La práctica de entonar daimku existe para revelar ¨la verdad mística que existe en todos los seres vivos en forma inherente y primigenia¨, y para lograr la budeidad en esta existencia. Es una práctica incomparablemente ¨prodigiosa¨, por cuanto representa el medio para que todos los seres vivos tengamos acceso a la iluminación.
La fe que se practica en la Soka Gakkai implica una lucha activa para manifestar la ley mística en la propia vida. También produce el claro beneficio de pruebas concretas y reales.
El propósito de la fe es desplegar libremente nuestro máximo potencial y resplandecer cada uno fiel a la naturaleza que le es propia. Por eso es importante estar siempre desafiándonos y avanzando, y sentir: ¨me esforcé en mi práctica diaria¨, ¨haré que mi fe sea cada vez más profunda!¨, ¨daré lo mejor de mi como integrante de la Soka Gakkai¨.
La ignorancia profundiza y exacerba las cinco inclinaciones ilusorias propias del ser humano: Ira, codicia, estupidez, arrogancia, y duda. Eso ocurre cuando uno sucumbe a la creencia de que la LEY está fuera de si mismo.
¨La advertencia del daishonin que nos pide: ¨si piensa que la ley está fuera de usted mismo, no está abrazando la ley mística, sino una enseñanza inferior¨. Buscar la Ley Mística en algún lugar externo o separado de nosotros equivale, de manera profunda, a evadir, la responsabilidad de nuestra propia vida.
Practicar el budismo del Daishonin significa, no dejarnos arrastrar por las ideas cambiantes, no ser influenciables, construir una identidad sólida y resuelta, alta como el monte Fuji. Pero si descuidamos este esfuerzo y depositamos nuestra expectativa en otro lado, antes de que nos demos cuenta terminaremos adoptando creencias que nos harán buscar la ley afuera.
Por ejemplo, si hacemos dmk pero siempre culpamos a otras personas o a nuestro medio ambiente de lo que nos toca vivir, estamos eludiendo el desafío de enfrentar nuestra propia ignorancia u oscuridad. De este modo, estamos buscando la iluminación fuera de nosotros mismos. Uno comienza a mejorar su situación y a ver cambios cuando se desafía a si mismo en un nivel más profundo. La oración es la fuerza motriz de este cambio.
Daisaku Ikeda afirma: ¨Si uno usa el cerebro para desarrollar una fe realmente poderosa y contribuir a la causa del Kosen Rufu no podrá evitar ser cada vez más inteligente. No podrá evitar adquirir sabiduría. Y así, uno naturalmente se moverá en la mejor dirección, con el mejor ritmo. La vida concuerda, entonces, con la verdad más profunda (la ley mística), y uno es sabio según su modo peculiar de ser. La vida impregnada de sabiduría es prueba de la validez de nuestra fe. El Señor Makiguchi solía decir que el poder de la fe actuaba como un ¨remedio para curar la estupidez¨ ¨
Como nuestra práctica de la fe apunta a lograr la budeidad en esta existencia, es absolutamente esencial que, cuando hagamos dmk, tengamos una actitud mental sólidamente enfocada. Es como disparar una flecha: Si uno no tiene un blanco trazado con claridad, tampoco tendrá fuerza para tensar el arco con energía y determinación. Del mismo modo las oraciones sólo pueden concretarse cuando uno convierte sus deseos difusos en determinaciones concretas y hace el dmk con la convicción de que, sin falta, logrará lo que se propone.
A la vez, estemos muy atentos a otro peligro, y es el de hablar mal de los compañeros de fe. Cuando uno calumnia a otros o se entrega al resentimiento y a la envidia lo que hace es Virar hacia la negación de su naturaleza de buda. No poder creer en la BUDEIDAD de los demás – Así como no creer en la budeidad de uno mismo – nos lleva a desviarnos de rumbo y a buscar la ley externamente. Nuestra naturaleza de Buda es lo que, de manera esencial, nos impulsa a buscar la felicidad nuestra y ajena. No creer en la naturaleza de BUDA es negar el espíritu del Sutra del Loto, que enseña que todas las personas poseen el potencial de la budeidad.
LOS 3 OBSTACULOS: sansho shima (san=tres, sho=Obstáculos – Shi=cuatro, ma= demonios.Nichiren Daishonin dijo: “En el momento en que resuelva liberarse de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte y alcance la Budeidad, encontrará los 3 obstáculos y 4 demonios. Esto es tan seguro como que la sombra sigue al cuerpo y los nubarrones acompañan a la lluvia”.
Si adoptamos la perspectiva del Daishonin sobre las dificultades de la vida, cualquier cosa que parezca frenar nuestra práctica budista y nuestra vida en general se transformará en una oportunidad para demostrar nuestro supremo potencial. Veamos:
Los obstáculos representan dificultades que interrumpen los caminos, espirituales y materiales, pero, pueden ser superados con esfuerzo, voluntad y sobre todo a través de la práctica budista. Y, ya que aprender a superar obstáculos nos hace más fuertes, estos últimos se vuelven una oportunidad de mejoramiento.
Los demonios por otra parte, bloquean totalmente la vida y el crecimiento y hacen retroceder. Sobre todo ponen en peligro nuestra fe. Por eso vienen también definidos como “ladrones de la vida”. Representan algo que puede bloquear y “robar” las mejores potencialidades. ¿Cómo podemos, entonces, distinguir entre obstáculo y demonio? En realidad, somos nosotros los que decidimos sí aquel problema, aquella dificultad o aquel deseo habrá que entenderlo en un sentido o en el otro. Son la determinación, la conciencia y la práctica budista las que determinan la calidad del “adversario”, permitiéndonos transformarlo y utilizarlo positivamente. “La falta de conciencia y la pereza transforman cada obstáculo en una pared insuperable, dando pie a que el demonio controle la vida y bloquee el desarrollo y la reforma” (D. Ikeda)
Los tres obstáculos son:
Bonno-sho: Obstáculos originados en los deseos mundanos que se presentan debido a
los tres venenos: Ira, Avaria y estupidez. Estos venenos son males
Fundamentales, inherentes a la vida que originan el sufrimiento humano.
Tienen correlación respectivamente con los tres malos caminos, es decir, los
estados de Infierno, hambre y animalidad. Algunos abandonan la práctica
budista debido a que anteponen el logro de sus deseos inmediatos al
budismo. Es decir, están más interesados con la ganancia a corto plazo que el
desarrollo y el beneficio verdaderamente recompensante que es posible
alcanzar perseverando con la práctica budista. Otros renuncian a su fe debido
al emocionalismo, algunos encuentran razones para resentirse con otro
practicante y abandonar su fe para evitarlo o por rencor hacia esa persona.
Go-sho : Obstáculos debido al karma generados por cometer las cinco faltas graves.
Go-sho, también significa oposición de la familia.
Cinco Faltas Graves o Cardinales: Las cinco ofensas más graves del Budismo. Las explicaciones difieren, según distintos sutras y tratados. La versión más conocida es: 1) matar al propio padre; 2) matar a la propia madre; 3) matar a un budista; 4) calumniar a un buda y 5) crear desunión entre los creyentes. Se dice que aquellos que cometen cualquiera de las cinco faltas cardinales caen, indefectiblemente, en el infierno de sufrimiento incesante. (Argentina Seikyo Nº 911 - 20/11/1999)
El obstáculo del karma se refiere a nuestra orientación karmica fundamental
que nos desvía del correcto camino del budismo. También son obstáculos que
presentan la esposa o los hijos. Algunos pueden abandonar su práctica
simplemente por satisfacer a los miembros de su familia o personas amadas
que pueden temer o resentirse con la práctica budista.
Ho-sho : Obstáculos debido a la dolorosa retribución causada por las acciones
cometidas en los 3 malos caminos( infierno, hambre y animalidad).Ho-sho
también se refiere a los obstáculos causados por los superiores
(gobernantes, padres, etc.).
Una persona enfrenta sufrimientos como prueba del avance en su práctica y su mayor comprensión del Budismo. Por lo tanto, los Tres obstáculos y cuatro demonios (Sansho Shima) aparecerán sin falta. En este sentido, los obstáculos que confrontan las personas dedicadas a la práctica budista sirven para confirmar que están transitando el camino para la Iluminación
LOS CUATRO DEMONIOS
Son una referencia a las diversas funciones negativas de la vida y el universo (no a seres demoníacos reales) Estas funciones atormentan el cuerpo y la mente de un practicante budista. Los demonios en el budismo pueden ser considerados como metáforas para las funciones destructivas de la vida de los practicantes budistas en particular y de la gente en general.
bonno-ma: impedimentos que surgen de los deseos mundanos, debido a los tres venenos;
on-ma: impedimento de los cinco componentes: forma, percepción, conceptualización, volición y conciencia. El cuerpo y la mente humanos se manifiestan mediante la combinación temporaria de estos cinco componentes, y estos causan muchas clases de sufrimientos;
shi-ma: impedimento de la muerte, que nos hace abandonar la práctica del Budismo, o la muerte intempestiva de un creyente, que provoca dudas en otros;
tenji-ma: impedimento de la función llamada "Demonio del Sexto Cielo" .
El “Demonio del Sexto cielo” que surge como función de la oscuridad fundamental para mantenernos en la ignorancia sobre nuestra naturaleza de Buda, obstruyendo nuestra iluminación.
…Si Ud. propaga, los demonios surgirán sin fallar. De no ser por ellos, no habría forma de saber que ésta es la verdadera enseñanza
Pero quien es el Rey demonio del sexto cielo?
“Rey de los demonios que mora en el más alto de los seis cielos del mundo de los deseos.
También llamado Takejizaiten, Rey que usa, licenciosamente, los frutos de los esfuerzos de los demás para su propio placer.
Asistido por innumerables secuaces, trabaja para obstaculizar la práctica budista y se deleita minando la fuerza vital de los demás seres. Su meta es quitar la fuerza vital de los demás
“Este “rey demonio” – nuestro engaño fundamental innato funciona insidiosamente para erosionar nuestra fe y confianza, al surgir para contrariarnos, justo cuando estamos por alcanzar un avance sustancial en cuanto a cambiar nuestro destino, o cuando el movimiento por kosen-rufu esta presto a avanzar. Conscientes de esta dura realidad podemos escapar del caos causado por esta influencia malvada.
El Daishonin continúa, "Cuando él se encuentra con alguien con un espíritu de búsqueda, trata de obstaculizarlo." Cuando avanzamos en nuestra práctica budista, el Demonio del Sexto Cielo se manifiesta en diferentes formas para tratar de obstaculizar nuestro progreso.
Algunas veces esta naturaleza perversa aparece en nuestros cónyuges e hijos, utilizando nuestro afecto por ellos como medio de forzarnos a retroceder en la fe. En otras ocasiones, este rey demonio se manifiesta en nuestros padres, patronos o cualquier otra figura de autoridad con el fín de oponerse poderosamente a nuestra práctica,.
El Daishonin nos previene especialmente del Demonio del Sexto Cielo que se manifiesta en la forma de autoridad religiosa, tales como sacerdotes o eruditos budistas. Eminentes sacerdotes, perversos, codiciosos y arrogantes, que permiten al Demonio del Sexto Cielo dominar sus vidas, advierte el Daishonin. Ellos hábilmente engañan a aquellos que creen en el Gohonzon, conduciéndolos gradualmente a lo que en la superficie parece ser muy similar pero que en el fondo es fundamentalmente diferente.”
Las fuerzas negativa constantemente tratan de entrar en nuestras vidas y distorsionar nuestros conceptos a través de la envidia, la ira y la estupidez con la finalidad de que perdamos de vista el camino correcto de la fe.
EL DESEO
El Deseo no por casualidad es el primero de los “ejércitos del Demonio del sexto cielo”, o sea, la primera entre las funciones de la “oscuridad fundamental”. Y, es evidente, el “peligro” potencial que representan. El deseo no solo es clasificado como una función (“el primer ejercito”) del Demonio del sexto cielo, si no también es definido como bonno-ma (japon. Bonno: ilusión, ma: demonio) uno de los cuatro Demonios del que habla Nichiren.
El deseo es un adversario traicionero, difícil de reconocer y utilizar. Al mismo tiempo representa una gran oportunidad de crecimiento. En “Los deseos mundanos son iluminación (bonno soku bodai)”, Nichiren sostiene que: Esta es la enseñanza más importante. Es la enseñanza de que “los deseos mundanos son (=soku) iluminación” y “los sufrimientos de nacer y morir son (=bodai) nirvana”. Si se entona Nam miojo rengue kio, también durante la relación sexual entre un hombre y una mujer, los deseos mundanos se transforman en iluminación y los sufrimientos de nacer y morir en nirvana.
El deseo, si es utilizado correctamente, representa entonces un potente motor para el crecimiento personal. Otra vez Nichiren, en el Ongi kuden (enseñanzas orales trasmitidas por Nichiren) , enseña que aquellos que entonan Nam miojo rengue kio queman la leña de los deseos mundanos para reavivar la llama de la sabiduría iluminada frente a sus ojos. Pero para utilizarla primero hay que conocerla. O sea hay que conocerse a sí mismo. Desde un cierto punto de vista, de hecho, cada uno “es” lo que quiere ser. La calidad del desear, la trama de los sueños, la fuerza y la grandeza de las aspiraciones determinan las características de una vida.
¿Pero, qué es el deseo? Con este término se puede calificar un sentimiento de búsqueda o espera tanto por la posesión de cosas materiales, como por el cumplimiento de lo que se ha entendido apto a nuestros propios gustos o exigencias. El deseo se define también como la necesidad de algo o alguien, como también la avidez hacia algo o alguien.
La función negativa se revela en el momento en que nos volvemos esclavos del deseo. Cuando, en pocas palabras, quedamos encadenados a los apegos. Desde este punto de vista las personas permanecen “envueltas” por el objeto de sus propios deseos, que puede llegar a volverse, de alguna manera, un objeto de culto.
Por otra parte existe también una función positiva del deseo, representada por la energía desarrollada por la expectativa. La búsqueda de la satisfacción de las necesidades propias y de la realización de los deseos que de ésa derivan, ha permitido grandes progresos a la humanidad en el curso de los siglos. Estando relacionados a las necesidades humanas, los deseos no pueden ser eliminados, ya que de alguna manera vendría anulada también la calidad humana
El Buda Sakyamuni nos invita a liberarnos de los apegos en cuanto ellos se vuelven cadenas que aprisionan el corazón. Sin embargo no debe ser un acto de represión, sino más bien un proceso dinámico de transformación
Daisaku Ikeda por otra parte aclara que “renunciar” hay que entenderlo como “erradicar”, o sea “iluminarse en relación”: para lograr la iluminación utilizando los propios apegos, no se deben erradicar los deseos, si no más bien observarlos con claridad, ya que la practica budista nos permite comprender la verdadera naturaleza de nuestros apegos, y utilizarlos como fuerza motriz para lograr la felicidad. (...)
LA TRISTEZA
Cada persona, tiene su propia y personal manera de sufrir: hay quién sufre con rabia y quien con pereza, quien se aferra tenazmente a su dolor y quien lo “olvida”, quien lo consume en pequeños mordiscos y quien en cambio, lo devora en pocos, infinitos instantes; y también hay quien logra encontrar en el sufrimiento un empuje capaz de transformar la inercia del dolor en una fuerza constructiva.
Cuando la tristeza llena cada pensamiento y cubre todo lo que nos rodea, con la capa negra de pesimismo; alargando las horas en una infinita serie de dolorosos minutos, quitándonos la posibilidad de ver una salida y haciéndonos sordos a la voluntad de cambiar, entonces estamos experimentando una tristeza que podríamos llamar “absoluta”; que, tal como la felicidad absoluta, nace dentro de nosotros y se irradia después hacia el ambiente
El demonio de la tristeza es definido, como los otros nueve “ejércitos”, un “demonio interno”, o sea, una función presente dentro de la vida humana, y por eso es dentro de la vida humana que podrá ser combatido. No se trata de huir de la causa, removiendo la razón de nuestro sufrimiento, y menos aún de tratar de actuar sobre las circunstancias externas a nosotros, que son culpables de nuestra tristeza tanto como lo sería un vehículo que nos atropelle cruzando con una luz roja.
HAMBRE Y SED
La historia del mundo es la historia del hambre. Que seguramente ha estimulado la civilización, ha sido la razón histórica de género humano
Como dijo Nichiren, ningún tesoro poseído por el ser humano es más precioso del alimento y de las bebidas.... Porque sirven parta proteger la dignidad de la vida. Es que muy a menudo ya no parece aquella amiga que fastidiaba amablemente el ichinen para recordarnos de estar vivos.
Es diferente. Probablemente porque nace de una incomodidad interna, de una infelicidad que nos ilusionamos de poder aplacar con alimento. O porque busca imprevistamente aquel mínimo de sobrevivencia a la cual la miseria da el sabor de lujo. Cuando desborda mas allá de las propias necesidades, entonces. O si reside en un cuerpo reducido a existir en treinta kilos de carne. Y es la sola emoción, la más desesperada, obsesiva.. Y si se adueña de todo subyuga cada uno de los sentidos, impone una animalidad primordial, hasta llegar al carácter monotemático de las formas de vidas más elementales.
Y entonces se tiene más hambre. Se es hambre. La “peor de las enfermedades” como se lee en las antiguas escrituras.
APEGO AL PLACER
¿Solamente mío o para mí y para los demás? El egoísmo del placer es probablemente el enemigo más mezquino, justo porque aparentemente no nos hace sufrir. Trata de mantener eternamente situaciones fugaces, transforma en obsesión el cuidado hacia uno mismo, el deseo sexual o la búsqueda de riquezas. Sin embargo ampliando la perspectiva, pensando por ejemplo en el sexo como amor hacia otra persona, se puede disfrutar y alegrarse de algo que contrariamente quedaría solo en un vulgar apego.
Su meta es debilitar la condición de vida El trata de desviar nuestra dirección. Nos muestra caminitos, veredas imprevistas. Quiere entorpecer nuestra oración, evitar que vayamos hacia adelante. Quiere pararnos. No tiene el aspecto rabioso y acalorado de la ira, ni la expresión decaída de la tristeza, ni tampoco la voz elevada del poder. Así sería demasiado fácil reconocerlo. El tiene un bello aspecto. Además posee una de las técnicas más ambiguas para debilitar la condición de vida. Se disfraza con los objetos que más nos gustan. Con lo que parece sinónimo de libertad..El es el gran tramposo, es el apego al placer.
¿Pero cómo darnos cuenta, si mientras existe parece tan satisfactorio?
Se trata de probar salir de aquel círculo vicioso que termina por alimentar sólo a uno mismo.
Es el egoísmo el punto torcido
El budismo dice que el control del yo se ejercita siendo siempre íntegros en cualquier cosa que se lleve a cabo. Estar presentes al cien por ciento. Sobre todo mientras entonamos. La actitud frente al Gojonzon durante la entonación del Daimoku y del Gongyo es determinante.
Se pueden hacer horas y horas de Daimoku estando en otros sitios, allí con el cuerpo y la voz, mientras que la cabeza visualiza la decoración de la nueva casa, la disposición de los muebles, o recuerda un saludo de amor, recuerda la cara, los gestos y las palabras. Se ora por la mitad. En cambio el secreto está en: estar totalmente dedicados a lo que se está haciendo. Íntegros, mientras se entona, pero también en el placer. Íntegros, en aquella caricia o en aquel juego, lo que significa no ver únicamente lo de uno, no olvidar la relación entre lo que estamos haciendo y la vida.
El placer no es un demonio de por sí. El sexo, por ejemplo, es la manera más bella para expresar el amor hacia una persona, es la manera de lograr el nacimiento de otros seres humanos. El cuidado del propio cuerpo es un medio para decirnos que nos queremos, es una manera de reconocer que nosotros somos el castillo de la novena conciencia. También ganar dinero puede ser importante si es empleado para hacer algo bueno (si para lograr el kosen-rufu no se necesitara dinero no me preocuparía - solía decir Josei Toda).
Todo depende del uso que se le da.
Se trata de probar salir de aquel círculo vicioso que termina por alimentar sólo a uno mismo.
EL MIEDO
Es verdad – como afirma Vera Slepoj en Entender los sentimientos – que el miedo tiene una función determinante para la sobrevivencia humana: cuando aparece, de hecho, produce una serie de modificaciones corporales que predisponen a la huida o a la agresión. Como la taquicardia, la producción de adrenalina y el aumento de la presión arterial.
Las reacciones de los seres humanos, entonces son las mismas de todos los demás animales, sin embargo, nuestra capacidad de asustarnos es mucho mayor que la de ellos. De hecho - dice también Slepoj – a diferencia de los animales, que reaccionan al peligro inmediato y real, el hombre tiene miedo hasta del recuerdo o de la anticipación o de la imaginación de una situación peligrosa.
Es suficiente con buscar en el diccionario: encontraremos una cantidad increíble de palabras que terminan por “fobia” (del griego phobos: temor). A parte de las fobias más conocidas por ser las más difundidas, como la agorafobia (miedo a los espacios abiertos), la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), el miedo a la muerte, al sucio, a las contaminaciones, al avión – hay otras que son verdaderamente “originales”.
Pero, cuántos de los miedos que aprisiona la humanidad de hoy, no podrían ser juzgados igualmente ridículos e inconsistentes? Sin embargo todos nosotros, quien más y quien menos, somos víctimas de los mismos. Veamos de que manera.
El miedo al silencio va a la par con otro gran miedo de nuestros tiempos: el de la soledad. Se tiene miedo de estar únicamente en compañía de uno mismo, y entonces se trata de quedar lo más posible entre los demás, se sale de shopping para los centros comerciales, nos agrupamos en las discotecas, se viaja únicamente en viajes organizados. Hasta quedarse en la cola del tráfico, nos hace sentir menos solos...
Miedo al silencio, miedo a la soledad: miedo a pensar. Miedo al silencio en nuestra propia cabeza y a pararse para escuchar los propios pensamientos. Miedo de mirarse en el espejo y decirle, a la imagen ahí reflejada: Estoy aquí. Soy yo. ¿Pero...quién soy YO?
Miedo a mirarse adentro, mirarse de verdad hasta el fondo, y darse cuenta de que no todo lo que vemos nos gusta. La otra cara del miedo a mirarnos adentro es el miedo a mostrarnos a los demás por lo que verdaderamente somos, y ahí entonces la necesidad de utilizar máscaras.
Después está aquel miedo del cual nadie puede jactarse de no tener: el miedo a la muerte. Siempre ha existido, desde la aparición del primer ser humano sobre la tierra, sin embargo hoy este temor es aún más profundo
El elenco de los temores del hombre del 2.000 podría continuar al infinito. Pero detengámonos aquí, y miremos más bien cuáles instrumentos ofrece el Budismo de Nichiren Daishonin para combatir y vencer este gran enemigo.
Comprender profundamente el concepto del Karma nos ofrece una primera y potente arma para enfrentarlo. Al comienzo es desconcertante pensar de que todo, en la vida, depende exclusivamente de nosotros: puede parecer mucho más confortante creer que nuestra felicidad o infelicidad dependa de las personas que nos rodean, de un Dios, de un destino ya marcado en el cual no podemos cambiar ni una coma, porque de esta manera nos descargamos de cualquier responsabilidad. Por lo contrario asumir que suerte y mala suerte, sufrimiento y felicidad, todo aquello que nos ocurre no es más que el efecto de causas positivas o negativas que hemos puesto en el pasado, en un primer momento nos asusta aún más: nos damos cuenta que estamos solos, completamente solos y únicos responsables de nuestra existencia. Ya no podemos culpar a nada y ni a nadie, no podemos aferrarnos mas a ningún motivo, ni llorar sobre ningún hombro, menos todavía confiar en la clemencia de ninguna entidad superior.
Sin embargo, en la medida en que nos entrenamos para vivir según la estricta ley de causa y efecto, esta gran soledad de nosotros mismos frente a nosotros mismos se transforma en una gran libertad. Es verdad, el pasado está todo grabado en la octava conciencia, no nos lo podemos sacudir de encima y continuamos recibiendo los efectos día tras día, instante tras instante. Sin embargo todavía depende de nosotros y solamente de nosotros el quedar esclavos de estos efectos para siempre, vivirlos con una fatalidad ineludible, o si así queremos tomar en nuestras manos la vida, nos volvernos realmente artífices de nuestro destino.
Es posible hacerlo. Porque el karma no es sólo el pasado y los efectos que continuamos sufriendo: el karma es también – y sobretodo, en su concepción Budista – la acción que estamos cumpliendo ahora y aquella que hemos decidido cumplir y cumpliremos mañana.
En el Gojonzon esta inscrito también: “Para el presente y para el futuro” – recordaba Daisaku Ikeda en Los Angeles en el 1990 – para esto sirve la fe, para esto sirve la Ley budista. Cuando veneramos el Gojonzon, la vida eterna del tiempo sin comienzo emerge desde adentro de nosotros.
Para aquel que cree en el Gojonzon, cada día, cada instante empieza desde el tiempo sin comienzo. Nos estamos siempre moviendo, llenos de esperanza, desde hoy hacia el futuro, desde este instante hacia la felicidad eterna. Somos siempre jóvenes, siempre a punto de empezar.
Después de infinitos años pensando en nuestros aspectos negativos (defectos, debilidades, miserias), pensando: Así soy y no puedo cambiar, no cambiaré jamás, a la luz de la practica budista comenzamos a ver nuestras tendencias negativas debilitándose cada vez más, siempre más controlables, menos desastrosas. Nos damos cuenta de que dentro de nosotros esta ocurriendo una transformación. La prueba concreta quita el miedo, que lleva a la inamovilidad y a la resignación, y da esperanza y confianza.
Al fin, tiene razón De Mello cuando dice: No existe mal en el mundo que no pueda ser atribuido al miedo. Ni siquiera uno. Ignorancia y miedo, ignorancia causada por el temor: es desde aquí que proviene cada mal, es de aquí que proviene la violencia.
Ignorancia significa no conocer, no saber, no ver. Tener los ojos vendados, incapaces de verse con objetividad y amor a sí mismo, a los demás, al mundo, a la vida y a la muerte. El Budismo de Nichiren Daishonin es una práctica para quitarse la venda de los ojos, y dejar que la vida fluya con inmensa energía y coraje y se expanda hasta los confines del universo
EL SUEÑO
Porque dormir bien, es tan importante como el comer. Y el sueño hace bien. Envuelve el cuerpo y la mente y con dulzura aplaca la ansiedad y el cansancio. Regenera y nutre. Casi te lleva lejos, en lugares insólitos , en un espacio donde la gravedad ya no te permite sentir el peso de tu propio cuerpo, donde todo es posible y nada jamás tiene la responsabilidad de lo verdadero. Dormir bien es descanso. Un oasis que nos abraza como la caricia de una madre. Tengo sueño, tengo mucho sueño – No se porque, sin embargo estoy muy cansada y solo quiero dormir . Pareciera repetir una vocecita adentro, capaz de hacernos desistir de cualquier decisión
Aquel que bien lo conoce, a este señor, sabe que no es solamente nocturno. Sabe que su velo a veces es como una droga. Que embriaga , que penetra en las articulaciones, las manos, los pensamientos. A menudo es un cansancio que acompaña cada gesto. Distrae. Es una fuerza que atrae como si quisiera llevarme lejos de aquí, de los problemas, de los momentos de dificultad y fatiga.
Con los sueños y las esperanzas defraudadas. Las ilusiones. Los errores. Difícil darse cuenta de que durmiendo se quiere solo huir de si mismos, o de circunstancias que, para ser cambiadas, requieren de un esfuerzo mayor. Aquel de comenzar, determinación profunda, continuar y llevar a cabo los propios proyectos.
He aquí entonces todo el cansancio del universo, pareciera pesar sobre nuestros párpados. He aquí que el, el señor del sueño, estirando casi sus brazos, nos ofrece la salida
mas rápida y sencilla entre todas las huidas: dormir, y substraerse así, por poco tiempo, a la necesidad. Huir de la vida, como si de la vida pudiéramos de verdad huir.
El problema está, cuando este placer no esta tan claro. O no se presenta tal como un placer. Cuando los días, a menudo, los más importantes, requieren sudor y esfuerzos. Cuando nos damos cuenta de nuestras propias tendencias y de la dificultad en cambiarlas, de cambiar pensamientos y acciones. Aprender a ser un poco más. Cuando se necesita perseverar, avanzar no importa lo que pase, aunque nos cueste mucho y la meta nos parezca lejana. Es justamente en estos momentos, los mas críticos, aquellos en los cuales se necesitaría mayor atención, concentración y energía, que la magia de este señor se vuelve el arma de un demonio en contra de nosotros. En contra de la vida. Se transforma en uno de esos engaños listos a obstaculizar la vista y el camino. Un engaño sutil, de sabor dulce, narcótico. El sabor de la libertad. De la rebelión a las reglas del universo, según las cuales cada fruto de la tierra es el resultado de la fatiga con la cual hemos cuidado su aparecer. Dormir asume el aspecto de un libre albedrío que se opone a la necesidad del esfuerzo. El engaño encierra y distrae de la meta: mejor dormir, mejor no pensar, mejor dejar para mañana, pasado mañana, el mes siguiente; el despertar , el instante en cual decidir de verdad y cambiar el propio destino. En un prolongado rechazo a vivir que bloquee cualquier cosa.
Otros componentes
Duda y remordimiento, ira, éxito y ganancia, los ocho vientos: (prosperidad, decadencia, honor, deshonor, alabanza, critica, sufrimiento y placer. No se exaltará en la prosperidad ni se quejará en el declive), Orgullo y desprecio.
Existe una sola manera para desenmascarar un demonio: enfrentándolo. Entonces es posible encontrar en sí mismo la fuerza para transformar la inercia en acción, la autocompasión en autoestima y el egoísmo en altruismo.
Las consecuencias de negar nuestra habilidad innata de superar los obstáculos y ser felices son profundamente graves; porque el dolor y el sufrimiento de buscar inútilmente la felicidad fuera de nosotros, son interminables. El Daishonin clarifica que Nam-myoho-renge-kyo es el bien supremo, que transciende el tiempo y el espacio. Nam-myoho-renge-kyo puede ser descrito como la esencia universal de todas las vidas y la fuente de la iluminación.
La verdadera “clave”, es aquella de entonar Nam Miojo Rengue Kio con la meta de abrirnos al mundo, para salir del duro caparazón construido por nuestro egoísmo. Usando el Daimoku como un pico, para desmoronar el muro que nos rodea y lograr salir afuera, para “percibir” verdaderamente a los demás y hacernos “percibir” por los demás por lo que realmente somos.