Tuesday, April 7, 2009

Budismo y Cristianismo


Por Greg Martin, Asesor Principal del Dept. de Estudio de SGI-USA (Tomado de Living Buddhism, febrero 2004, págs. 4 – 8) Enviado por Ariel Ricci (Brasil) Esta entrega comienza una nueva serie que enfocará en aclarar dudas frecuentes que surgen entre quienes propagan el Budismo Nichiren en occidente. Durante mucho tiempo, los miembros han buscado asistencia para contestar preguntas sobre la visión budista sobre Dios, Jesús, Satanás, el cielo, etc. Durante los próximos meses, enfocaremos en ofrecerles contestaciones directas. Al examinar desde la perspectiva budista palabras y significados fundamentales de la fe cristiana, esperamos que esta serie ayude a los miembros de la SGI a mejor transmitir el Budismo Nichiren a sus familiares y amistades cristianas. Esperamos también ayudar a los miembros con antecedentes culturales cristianos a comprender mejor el Budismo Nichiren, las similitudes y diferencias de este Budismo con el Cristianismo, e igualmente esperamos que el resultado sea un mejoramiento en la eficacia de la práctica budista. Además, deseamos tender puentes que ayuden a cristianos y no-miembros en general a comprender mejor y relacionarse amistosamente con el Budismo, y quizás para algunos facilitarles la transición hacia la práctica de Budismo. Sin embargo, antes de comenzar, quisiera brindar algunas explicaciones para dejar claro el contexto de nuestro examen. Primero, enfocaremos en lo que creemos son principios del Cristianismo generalmente aceptados, sin dejar de reconocer que dentro de la fe cristiana existe una gran diversidad de entendimientos. Dentro del alcance de esta serie, sería imposible examinar a plenitud todas las variaciones de la doctrina cristiana. Solicitamos la indulgencia del lector o lectora por las inevitables generalizaciones en cuanto a conceptos que obligatoriamente nuestro enfoque tiene que adoptar. Segundo, nuestra intención tampoco es asumir un enfoque de refutación ante el Cristianismo. No vemos la necesidad, ni el valor en tratar de socavar una tradición religiosa que tiene aceptación amplia y es de valor palpable. Al mismo tiempo, no podemos evitar la evidencia histórica de los aspectos menos nobles de esta tradición, aspectos que han dado lugar a la propagación violenta y la Inquisición, así como el uso de esta tradición como herramienta de colonización y subyugación. Finalmente, no asumimos una posición exclusivista – aquella de que el Budismo Nichiren es el único vehículo capaz de llevar a sus seguidores y seguidoras a los pináculos de la verdad y las costas de la felicidad. Mientras que ciertamente creemos que existe una única realidad máxima, reconocemos que las principales tradiciones religiosas, desde distintos niveles, también buscan y entienden esta verdad. Y lo que es más, la mayoría de las tradiciones religiosas comparten con el Budismo Nichiren la intención de llevar a los practicantes hacia esta verdad y hacia alcanzar la meta de lograr el desarrollo humano, así como establecer una comunidad armoniosa. Así que, mientras que no reclamamos ser los únicos poseedores de la verdad (de todos modos, ¿quién la puede poseer?), lo que más nos concierne es el grado en que la tradición religiosa pueda cumplir con lo que promete. En la realidad, ¿cuántas personas pueden trascender sus tendencias más oscuras y vivir según las doctrinas de lo que creen, para así convertirse en personas de carácter genuinamente digno, con intenciones sabias, y comportamiento compasivo? ¿Sirve una práctica religiosa en particular como vehículo mayor o como uno menor en ruta hacia lograr estas metas? Desde hace mucho tiempo, los budistas hemos discutido este punto con el uso de analogías tales como la de una balsa para cruzar el mar del sufrimiento, o como el de un vehículo para hacer el viaje hacia la iluminación. Por ejemplo, en vez de rechazar como falsas las enseñanzas de los ancianos en la fe, los Budistas del Majayana caracterizaban las prácticas de esos ancianos como las de “vehículo menor” que sólo podía llevar a unos pocos – monjes y monjas de mucha dedicación – hacia alcanzar la meta de la iluminación. En contraste, con el enfoque en desarrollar prácticas para monásticos, laicos y laicas, e igualmente con la intención de incluir a toda la gente en el viaje, la designación de “vehículo mayor”, o Majayana, se aplicó a las prácticas y enseñanzas posteriores. En este contexto, todas las religiones principales son vehículos; algunos malos, algunos buenos, y algunos mejores que los demás, pero vehículos al fin. Nosotros también creemos que no existe vehículo mayor que el Budismo de Nichiren Daishonin, el vehículo capaz de incluir en ese viaje a toda la gente, y no sólo a unos pocos. Para la mayoría de quienes aún no están familiarizados con el Budismo, la idea de que el viaje hacia la iluminación es algo que sólo unos pocos pueden hacer y que está reservado para santos y sabios se ha convertido en una creencia ampliamente aceptada. Esto sugiere que para la mayoría de la gente, la existencia misma de un gran vehículo para alcanzar la Budeidad y la felicidad absoluta es un concepto ajeno que no forma parte de la experiencia religiosa cotidiana. Sin embargo, actualmente en el Budismo Nichiren el vehículo para hacer este viaje está disponible para toda la gente, sin importar género sexual, raza, condición social, nivel educativo o económico, preferencia sexual, ni edad. Y así, con esto como telón de fondo, comencemos con examinar nuestra primera interrogante. ¿Creen en Dios los budistas Nichiren? Cómo conceptualicemos a Dios tiene gran peso en la contestación a esta pregunta. Una encuesta informa que el 99 por cien de los estadounidenses alega creer en Dios. Sin embargo, no obstante la amplitud de la religiosidad en los EEUU, la ascendente tasa de criminalidad, rampante adicción a narcóticos, epidemia de aflicciones mentales, y el reavivamiento de la pena capital - para sólo enumerar algunos síntomas - no son signos de una sociedad espiritualmente saludable. Por otra parte, los europeos reportan un creciente vacío - un hueco con forma de dios – dónde una vez en la conciencia humana existió Dios. Algo que también parece estar claro es que la concepción de Dios no es algo uniforme. Hay tantas versiones de Dios como gente que cree esas versiones, ya que el concepto de Dios nunca ha sido algo estático. Tal y como escribe Karen Armstrong en A History of God (Una historia de Dios): “Sin embargo, tal parece que crear dioses es algo que los seres humanos siempre han hecho. Cuando una idea de dios deja de funcionar, sencillamente se reemplaza. Estas ideas desaparecen tranquilamente y sin grandes fanfarrias, tal y como ocurrió con la idea del Dios del Firmamento. En nuestros tiempos actuales, mucha gente diría que el Dios adorado durante siglos por judíos, cristianos y musulmanes se ha tornado tan remoto como el Dios del Firmamento." Armstrong concluye como sigue: “Los seres humanos no pueden resistir el vacío y la desolación, y llenarán ese vacío con la creación de un nuevo foco para dar sentido a las cosas. Los ídolos del fundamentalismo no son buenos sustitutos para Dios. Si hemos de crear una vibrante nueva fe para el siglo 21, quizás deberíamos ponderar la historia de Dios para extraer algunas lecciones y alertas. Cuando a los budistas se nos pregunta si creemos en Dios, tendemos a contestar con nuestra propia pregunta: ¿A cuál Dios te refieres? ¿Se trata del Dios de Abraham, el Dios del Viejo Testamento? Este dios era un padre estricto, creador, protector y castigador, otorgador de leyes. Este dios también requirió a Abraham que sacrificara a su hijo, Isaac, y autorizó la conquista y matanza de miles de personas. ¿Se trata del Dios de Agustín, el Dios de la Iglesia Cristiana primitiva? Éste era el dios de la iglesia poderosa, heredera de los remanentes del imperio romano. Este Dios juzgaba a toda la humanidad, basado en el pecado original de Adán. La religión basada en este dios requiere que nos consideremos como fundamentalmente faltos y originalmente pecaminosos. ¿Se trata del Dios de Miguel Ángel, un dios personal, tal y como aparece pintado en el techado de la Capilla Sistina? Este concepto de Dios ayudó a desarrollar el humanismo liberal tan altamente valorado en Occidente. Se ajustó bien a una Europa que despertaba y se expandía. Este dios ama, juzga, castiga, ve, oye, crea y destruye, tal y como lo hacemos nosotros. Este dios inspira. Sin embargo, esto también podría significar un impedimento si presumimos que este dios quiere lo que nosotros queremos, y detesta lo que nosotros detestamos, lo que validaría nuestros prejuicios, en vez de alentarnos a trascenderlos. El hecho de que este Dios “personal” es varón (y usualmente de la raza blanca) ha creado profundos problemas existenciales tanto para las mujeres, como para quienes no sean de raza blanca. ¿Se trata del Dios omnipotente que algunos teólogos creen murió en Auschwitz? Para algunos y algunas, la idea de un Dios todo sapiente y todo poderoso es difícil de reconciliar con la maldad del Holocausto. Esto es así, ya que si Dios es verdaderamente omnipotente, éste pudo haber evitado esa desgracia. Y si no pudo evitarla, es impotente; y si la pudo evitar, pero optó por no hacerlo, no es compasivo. Igualmente, nuestro rápidamente expansivo conocimiento científico sobre el universo hace aparente que Dios ya no está “allá arriba”, ni “allá afuera”. En los cielos parece estar ausente la protectora, enjuiciadora, y cuidadora presencia divina, tal y como la concebía el mundo antiguo. Según John Shelby Spong, obispo episcopal y autor de Why Christianity Must Change or Die (Por qué el Cristianismo tiene que cambiar, o si no, perece), el resultado de esto es que decenas de millones de personas son “creyentes en el exilio” que han perdido contacto con estas imágenes de Dios, tal y como se enseñan desde los púlpitos tradicionales; sin embargo, esos mismos creyentes no están preparados para abandonar el concepto de Dios en su totalidad. Tal y como una serpiente muda la piel en el proceso de crecimiento, al presente ¿somos testigos del crecimiento de nuestra concepción colectiva de Dios, al dejar atrás la antigua, y para algunos, inadecuada noción que teníamos, mientras nace una nueva concepción que aún no está clara? Hay quien cree que, de hecho, en esta era pos-moderna una nueva visión de Dios está en proceso de emerger. Esta visión deja atrás las imágenes del teísta, histórico y externo Dios de las alturas, y las reemplaza con imágenes con profundidad interna de un dios que no está afuera, sino que es parte integral y fundamental de nosotros. Ésta es una perspectiva muy consistente con el concepto budista de la Ley Mística. Esta Ley Mística es la entidad o verdad máxima que impregna a todos los fenómenos en el universo, y no es un ser personificado. El ser humano y esta Ley máxima son supremamente inseparables – no existe brecha alguna entre los seres humanos (todos, sin excepción) y esta idea de Dios como una Ley Mística. Esta verdad eterna e inalterable que reside dentro de nosotros es la fuente dónde podemos obtener la sabiduría compasiva que concuerde con las circunstancias cambiantes, así como lograr la valentía y confianza para vivir de acuerdo a esa sabiduría. Es mística, y no mágica, ya que la totalidad de esta Ley está más allá de la concepción humana, y los esfuerzos por encajonarla en forma humana, por decir algo, tan sólo la restringe y la limita. Es una ley porque es manifiestamente verificable en las vidas cotidianas de cada ser humano individual. Esta realidad máxima, verdad máxima, pureza máxima, existe en las profundidades de cada ser humano. Por esto los budistas consideramos que toda persona es sagrada y está igualmente dotada con el potencial de alcanzar la iluminación y ser maravillosamente feliz. No hay tal cosa como nosotros acá y ellos allá, ni tampoco están los fieles y los impíos – todos somos hijos e hijas de Dios, entidades de la Ley Mística. Cuando otros miraron hacia los cielos, Buda miró hacia adentro y encontró la inestimable joya de la maravilla y el potencial humano. Reconoció que nosotros también estamos hechos de la “materia prima” divina de la que está hecho el universo. Sencillamente, olvidamos quiénes éramos. Así que, ¿creemos en Dios? Según la mayoría de las definiciones tradicionales, no. Pero en términos de cómo un creciente número de cristianos conceptualizan a Dios, sí creemos. Nuestro nombre para Dios es Nam-miojo-rengue-quió, la Ley Mística. Creemos que existe tanto “aquí dentro”, como “allá afuera”, y que esta luz interior puede brillar desde adentro cuando nos concienciamos de ella y le abrimos nuestro corazón por vía del acto de invocar Nam-miojo-rengue-quió. Ciertamente, habrá mucha gente para quien esta manera de comprender a Dios será inaceptable. Está bien. Pero también habrá muchos – y según un estudio esta cifra alcanza tanto como 25 por cien de todos los adultos en los EE UU – para quienes esto resonará. Gente que encontrará que realmente dejó de aceptar las versiones iniciales de Dios; que han comenzado a concebir el universo de forma diferente; y que el concepto de Dios como Ley Mística se equipara con el entendimiento que han alcanzado por cuenta propia. Descubrirán, tal y como lo pueden atestiguar la mayoría de los miembros de SGI-USA, que de manera muy precisa, en nuestro ser espiritual la Ley Mística puede llenar el hueco con forma de dios.

¿Cuál es el rol que juega la fe dentro de nuestra práctica budista?

La fe y la oración son usinas que ponen en marcha nuestro esfuerzo. Pero el esfuerzo es algo que nosotros mismos debemos hacer. Para cobrar el sueldo, uno primero tiene que trabajar. Del mismo modo, dentro de esta filosofía, las oraciones se concretan en la misma medida en que uno se esfuerza por hacer feliz a todas las personas, que es el deseo del Buda. El Gohonzon, la Ley Mística, no tiene ninguna «obligación» de responder nuestras oraciones, porque no nos ha «pedido» que hagamos daimoku frente a él. Somos nosotros los que determinamos merecer el privilegio de orar al Gohonzon. Si sentimos gratitud por esta fortuna, nuestras oraciones se concretarán mucho más rápidamente. La fe es el secreto del desarrollo personal ilimitado. La fe es el principio más elemental del crecimiento, es poseer sólidas convicciones y un profundo enfoque hacia la vida. Religión es aquello que busca enseñar los fundamentos sobre la vida y el universo. Sólo el hombre tiene capacidad de orar, acto de profunda solemnidad y de carácter sublime.
Las personas instintivamente ansían protección para sí mismos y para sus seres queridos. Cuando este deseo se concentra con intensidad extraordinaria, se convierte en una oración. No a nivel lógico ni intelectual, la oración trasciende ambos planos. No es que la oración surgió a raíz de la religión, sino a la inversa.
Hacer daimoku al Gohonzon, fusiona directamente todas nuestras oraciones diversas con la realidad, basadas en la ley universal de la vida.
El gongyo es una actividad diaria en la cual preparamos nuestra mente y nuestro corazón. Es poner en marcha el «motor». La fuerza de nuestra «usina» afecta drásticamente los resultados que obtenemos en el curso de la vida. La diferencia puede ser increíble.

RESIGNARNOS O MANIFESTAR NUESTRA BENEVOLENCIA?

En la expresión "manifestar su benevolencia hacia los otros", los "otros" designa a los seres humanos en totalidad. Y en "Nacidos en una época confusa", nos preguntamos: por qué hemos nacido en esta vida con tantas dificultades y sufrimientos? Para llegar a ser discípulos de Nichiren, el Buda fundamental, y, al mismo tiempo creer en la ley de Nam myoho renge kio, practicarla y transmitirla en el mundo entero. Todas éstas son acciones de nuestro juramento.
Desde este punto de vista, estamos obligados a hacer frente a diferente tipo de problemas y a veces a grandes dificultades que son la manifestación del Karma que voluntariamente hemos elegido.
Y eso significa que por esta razón debamos resignarnos hasta el último día de nuestra vida?
Ciertamente no. Practicando sinceramente, participando en las actividades de la organización obtenemos una gran alegría y podemos de modo cierto, mostrar la preuba de la resolución de todos nuestros problemas.
Pero, sin embargo, estamos tan aferrados y acostumbrados a nuestra condición presente, como personas comunes, que el sufrimiento y la queja nos hacen olvidar nuestra verdadera entidad. Entonces, no podemos resolver nuestros problemas ni escapar a nuestra realidad. Pero, si pensamos: Yo decido remontar mis dificultades actuales para demostrar la enseñanza del Buda y transmitirla a otros", el coraje de avanzar, surge.
No ser más llevados por nuestro karma
Un día, un médico le anunció a una joven de la Soka Gakkai que tenía un principio de cáncer. Ella se preguntó entonces: por qué a mi?. Desesperanzada, siguió: Por qué una enfermedad tan terrible si estoy practicando? Incontables dudas aparecieron de golpe. Luego, reflexionando sobre su actitud y recitando daimoku muy sinceramente, pensó: "Si tengo una misión, tengo que curarme".
En un primer momento, y gracias a una intervención quirúrgica, su mal fue curado. Pero más tarde, la enfermedad reapareció. Su corazón fue azotado por olas de profundo sufrimiento. Entonces, recitando daimoku ella encontró su verdadera creencia, venció la enfermedad y retomó su lugar en la sociedad.
Actualmente, con su salud recuperada, entrena a un gran número de jóvenes y las alienta con todo su corazón. Las jóvenes aprecian mucho su dulzura, su gentileza y su sólido carácter.
Con una actitud de vida tal, podemos obtener una felicidad absoluta y actuar de modo de no ser jamás dirigidos por nuestro karma. •

¿Cuál es el significado de veneración dentro del budismo deNichiren Daishonin?

Literalmente, honzon es «objeto de respeto fundamental». Go es un prefijo honorífico.
El hon de honzon connota la verdadera base de la vida y del universo; mientras que zon connota veneración y reverencia hacia dicha base.
Hay toda clase de objetos en los cuales recae devoción de las personas; en ciertas religiones, se venera a determinados animales, como caballos o serpientes. Sin embargo, Nichiren Daishonin dijo: «Todas estas escuelas se equivocan de raíz en lo que respecta al verdadero objeto de veneración
Por ende, si uno abraza como objeto de respeto fundamental algo que no constituye la base del universo, todo saldrá de su cauce normal y degenerará en una situación de desorden. Por ejemplo, hay personas que depositan su respeto fundamental en cosas como el dinero, los medios de comunicación, la ciencia y la tecnología, o los títulos universitarios. Otros dejan que su vida gire en torno a sus padres o a su pareja. El Budismo de Nichiren Daishonin toma como objeto de veneración fundamental el estado de vida de la Budeidad, la esencia eterna de la vida. No es algo abstracto, pues se trata de nuestra propia vida. El Gohonzon reside en nuestro interior.
No hay práctica más sencilla que hacer el gongyo y el daimoku. No tenemos extrañas austeridades, podemos tomar contacto con el estado de Buda a través de una forma de practicar extremadamente sencilla. Como nuestra práctica budista transcurre en medio de la vida cotidiana, es fácil caer en la inercia y descuidarla. En ese sentido y por la continuidad, tal vez no haya práctica más difícil.
En el Budismo de Nichiren Daishonin, la Ley fundamental del universo es lo que se venera como objeto de respeto supremo. Esta Ley es, también, la esencia de nuestra propia vida.
Esto tal vez sea un poco difícil de entender, pero cuando oramos al objeto de respeto fundamental -el Gohonzon-, comienza a funcionar el principio budista de la «fusión entre la realidad y la sabiduría». La «realidad objetiva» del Gohonzon y la «sabiduría» de nuestra mente se fusionan en el nivel más profundo y esencial. En otras palabras, en la oración se fusiona nuestra vida con la Ley suprema del universo.
Pensémoslo como los engranajes de un mecanismo de transmisión. Cuando un pequeño diente se encaja entre los de otro engranaje más grande, puede desplegar una tremenda fuerza que, de otro modo, estaría totalmente fuera de su capacidad. Del mismo modo, cuando sincronizamos el microcosmos de nuestra vida con el macrocosmos de la vida universal, podemos tomar contacto con una fuerza ilimitada que nos permite superar cualquier problema. Todas las deidades budistas -funciones protectoras del universo-, todos los budas y bodhisattvas de las diez direcciones se activan para que nuestros anhelos se traduzcan en un resultado positivo.
Nam-myoho-renge-kyo es el sonido del gran ritmo universal, la usina de todas las actividades del universo. También es el corazón y la esencia del cosmos.


2) ¿Qué hay con respecto a los que dicen que no quieren orar a un pedazo de papel impreso, porque un papel no puede tener el poder de resolver nuestros problemas?

Nuestro Gohonzon puede estar impreso, pero así y todo conserva su poder inherente. Un billete de 10 dólares está impreso, al igual que un diploma que certifica nuestro título profesional o que los documentos oficiales donde se nombra a los ministros del gabinete. Todos los documentos importantes están impresos, y cada uno de ellos conserva su poder específico.
El papel es una sustancia física, pero las palabras escritas en él son el espíritu y la esencia de Nichiren Daishonin. El Buda original del Último Día de la Ley inscribió, en la tinta del Gohonzon, su propia vida.

Yo, Nichiren, diluí mi vida y en ella impregné la tinta sumi con la cual inscribí este Gohonzon. Por eso, crea en él con todo su corazón.

El principio budista de la inseparabilidad entre la mente y el cuerpo nos enseña que lo físico y lo espiritual son una misma cosa. La vida se encuentra en la unión de ambos términos. El Gohonzon corporifica la vida del Buda. Cuando invocamos al Gohonzon, no estamos dirigiendo nuestras oraciones a una hoja de papel.
Los textos y libros también son papel impreso, pero al leer las palabras escritas sobre sus páginas adquirimos conocimientos, hacemos nuevos descubrimientos y hallamos nuevas ideas.
Un teléfono celular no sirve de nada sin estaciones centrales que transmitan las ondas de radio de un punto al otro. De la misma manera, el Gohonzon es una «estación central» que nos permite comunicarnos con el universo.

¿Cómo influyen la Ley de Causalidad y el “destino” en nuestra práctica?

Para la mayor parte de la gente, el destino es algo negativo; es una realidad grabada, fijada y decidida desde el pasado, e inamovible en el presente.
Sin embargo, el destino es acción. Dicho de otro modo, es la causa que generará un nuevo efecto futuro. Visto así, el destino se puede concebir como sinónimo de karma, de causa y de presente.
El destino no es pasado ni porvenir, sino la pura acción que se graba en el instante actual, la causa de condiciones futuras, creada por nosotros mismos.
Por lo tanto, la postura correcta frente al destino es observar qué causas estamos acumulando y qué acciones estamos realizando hoy.
Detrás de este énfasis en el instante actual, lo que palpita es el profundo principio de la eternidad de la vida.
El budismo postula que la vida es un es un fluir eterno a través del pasado, presente y futuro, que jamás cesa ni se detiene. Entonces, la “acción” se traduce en la continuidad del karma: nuestra postura hacia el momento actual, día tras día, mes tras mes, determina la cualidad de esa energía perdurable que denominamos “destino”.
Qué pensé, qué dije, qué hice... Estas tres clases de acción continúan más allá de la vida y la muerte, pero lejos de ser categorías estáticas e inamovibles que limitan nuestra vida, son factores dinámicos que, de hecho, estamos modificando a cada minuto.
Comprender positivamente el destino será una tarea imposible mientras no tomemos conciencia de nuestra absoluta responsabilidad frente al presente y al mundo que nos rodea. Muchas veces, nos atormentamos pensando que el destino es un grillete del que jamás podremos liberarnos, pero ¿cuántas veces nos preguntamos, frente a nuestra propia conducta, cuál es la intención profunda de la acción que estamos realizando, cuál es el impacto de la repetición rutinaria a la cual nos entregamos cuando nuestras acciones carecen de objetivo o de conciencia, cuál es el rumbo hacia el cual, advertidamente o no, estamos encaminando nuestra vida?
Estas preguntas nos permiten cambiar totalmente el enfoque y ver que la base para la transformación del destino se asienta en tres pilares: energía vital, fortaleza y reflexión.
La energía vital que alienta cualquier proceso de revolución humana (como lo es cambiar el destino) se encuentra en la práctica de Nam-myoho-renge-kyo. Nichiren Daishonin dice que Nam-myoho-renge-kyo es como el rugido de un león. En efecto, la persona que se basa en la firme práctica de este sorprendente daimoku puede “abrir” la eternidad de la vida en el momento actual, puede sentir que su vida está “perfectamente dotada” de todo lo que necesita para ser feliz, y puede “revivir” la convicción en su libertad absoluta. Energía vital, entonces, es optimismo sin límites.
La fortaleza se refiere a la determinación esencial de cambiar uno mismo, y a la persistente seriedad de la acción frente a la tendencia negativa (que sería la visión superficial y errada del destino). El Gosho dice: “Si busca la iluminación fuera de usted mismo, toda buena acción o disciplina perderá significado. Por ejemplo, el pobre es incapaz de juntar un solo centavo si se limita a contar la fortuna de su vecino, aunque lo haga noche y día”. Esto nos permite afirmar que, en principio, toda lucha para cambiar el destino es lucha frente a uno mismo. Como estos son los requisitos básicos para llevar una vida de propósito, donde cada cosa adquiere un luminoso sentido, es posible concluir que el destino es misión, y que la misión es fortaleza. No busquemos en otro lado ese estado inquebrantable de libertad al que todos estamos aspirando.
Por último, la reflexión es el proceso de observación cotidiana que comienza y termina en el propio corazón, sin dejarse influir por las circunstancias externas ni por el agobio del pasado. Reflexión es dominio de la propia vida, y esto nada tiene que ver con dejarse dominar por el destino.
Cuando sale el sol, desaparecen la noche y las estrellas. Cuando irrumpe la fe en nuestra vida, es como si asomara el sol y barriera con con todos los fantasmas de la penumbra. Pero hacer surgir ese sol no es cuestión de tiempo ni es algo que dependa de la intensidad de la sombra que nos rodea.
Recordemos que, para el budismo, la causa y el efecto son simultáneos, y que Nam-myoho-renge-kyo encierra, en sí mismo, la causa y el efecto de la budeidad. Sólo la fe, como rotunda expresión de nuestro espíritu, puede activar en nuestra vida esta maravilla que es la simultaneidad entre nuestra decisión de ser budas y el efecto de una vida incomparablemente feliz.

El movimiento de la SGI


Publicado en Buddhist Peacework--Creating Culture of Peace (Esfuerzos budistas por la paz: La creación de una cultura de paz), Wisdom Publications, Boston,  Hace apenas un cuarto de siglo, en 1974, realicé mi primera visita a la China. Una niña me preguntó: "¿Por que vino hasta aquí?". Yo le respondí: "Vine hasta aquí para conocerte". Unos tres meses después, durante mi primera visita a la Unión Soviética, el premier Alexei N. Kosygin me preguntó cuál era mi ideología básica. Le respondí: "Nuestro compromiso está puesto en los valores de la paz y la cultura, cuya base fundamental es el humanismo". La construcción de una cultura de paz En total, he visitado 54 países. He llegado a comprender que, más allá de las diferencias en los puntos de vista o en las ideologías, si las personas comparten un propósito en común de trabajar por la felicidad y la paz duradera de toda la humanidad, podremos, sin falta, llegar a comprender a los demás como seres humanos y abrir las puertas hacia un lazo de solidaridad basados en la amistad y en la confianza. En la época en que propuse normalizar las relaciones diplomáticas entre la China y el Japón, en septiembre de 1968, la Revolución Cultural estaba en auge, y el conflicto chino-soviético se estaba agravando. Mientras tanto, dentro del Japón, se acrecentaba el temor a una "amenaza china". En resumen, no se trataba de una atmósfera en la cual se podía comenzar a hablar fácilmente de amistad con la China. No obstante, insté a promover la amistad con la China con el espíritu de pesar por el hecho histórico de que —aunque el Japón le debe mucho de su cultura a la China— los militares japoneses invadieron la China y provocaron un sufrimiento infernal a ese pueblo. También me motivó la convicción de que es imposible construir la paz en Asia ignorando a los 700 millones de ciudadanos de la China. Tal como lo esperaba, fui objeto de grandes críticas. La gente preguntaba por qué un líder religioso estaba "coqueteando con los comunistas". Fui objeto de amenazas personales. Tres meses después de esa visita a la China, fui a la Unión Soviética para confirmar las intenciones de los líderes de Rusia con respecto a la China, y otros tres meses después, regresé a la China para explicar lo que me habían dicho. Una vez más, fui ridiculizado por viajar a los países comunistas. A pesar de las críticas, mi postura como budista es ver siempre las cosas desde el punto de vista del respeto y la confianza en los demás seres humanos. Creo que el entendimiento mutuo es siempre posible cuando entablamos diálogos desde el común denominador que nos une, que todos somos seres humanos. Este fue espíritu que originó mi diplomacia ciudadana, y fue el mismo espíritu que motivó mi visita a Cuba en junio de 1996. La práctica del budismo tiene sus bases en el amor compasivo. En japonés, el término "amor compasivo" se escribe con dos caracteres chinos: ji y hi. Ji corresonde a metta en pali y a maitri en sánscrito, y transmite el significado de la "verdadera amistad", mientras que hi representa karuna en ambos idiomas, y significa "empatía" o "sentimiento compartido". Así, en el budismo, jihi o "amor compasivo" implica la sublime empresa de compartir el sufrimiento de los demás desde la postura de que todos somos seres humanos, y de crear una expansiva red de amistad y confianza genuinas. En el amor compasivo de Shakyamuni —cualidad que la tradición Mahayana elabora y destaca bajo el concepto de "Camino del Bodhisattva"—, percibo un humanismo profundo e inquebrantable. La SGI es una organización dedicada a desarrollar actividades en las áreas de la paz, la cultura y la educación basadas en este humanismo budista. La revolución humana El fundamento del espíritu budista es un máximo respeto por todas las formas de vida, que percibe una incomparablemente valiosa "naturaleza de buda", que yace inherentemente no sólo en los eres humanos, sino en todos los seres vivos. En el Sutra del loto, la escritura budista más conocida, respetada e influyente entre los pueblos de Asia, Shakyamuni esclarece "la única gran razón" por la que el Buda aparece en este mundo. En el capítulo "Medios hábiles" (Hoben), explica que su misión como buda es abrir las puertas de la sabiduría de buda a todos los seres y cumplir su juramento de conducir a todos los seres a su mismo estado de vida iluminado. Nichiren, quien nació en el Japón en el siglo XIII y estableció un budismo accesible y popular, buscaba hacer realidad este mismo compromiso y permitir a todas las personas abrir por sí mismas las puertas de la sabiduría de buda. Los miembros de la SGI siguen las enseñanzas de Nichiren y recitan la frase Nam-myoho-renge-kyo, que deriva del título (daimoku) del Sutra del loto, al Gohonzon (o mandala) inscrito por Nichiren. A través de esta práctica, los miembros de la SGI se esfuerzan por revelar su propia naturaleza de buda y hacer surgir un estado de vida de felicidad suprema que perdure por toda la eternidad. Este proceso se denomina "revolución humana". Aunque la forma en que se realizan las actividades de la SGI varían según cada país, y de acuerdo con la cultura y otras condiciones, la siguiente descripción de actividades puede considerarse típica. El principal escenario que tienen los miembros de la SGI para alentar y aprender los unos de los otros es la llamada "reunión de diálogo", un encuentro asiduo (por lo general, mensual) de miembros, amigos y vecinos. No es un encuentro unilateral donde un sacerdote predica a los laicos, ni es una reunión masiva de personas anónimas. Es un ambiente en el que cada participante puede asumir un rol central. La función básica de la reunión de diálogo es permitir que los participantes se apoyen los unos a los otros en su desarrollo y en la transformación de sus vidas. Desde que la Soka Gakkai fue fundada, en 1930, la reunión de diálogo ha sido su actividad central. Estas reuniones son llevadas a cabo por grupos locales, que determinan el contenido de ese encuentro. Y si bien puede haber presentaciones sobre los principios del budismo u otras actividades, las reuniones siempre giran en torno a las experiencias de los miembros en la fe. El estudio más formal y profundo de los principios budistas se realiza en reuniones separadas. Pero la esencia de las reuniones de diálogo se revela en el nombre que inicialmente se le dio a este tipo de encuentro en la época del presidente fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi: reunión de diálogo que brinda pruebas concretas de la validez que tiene una vida dedicada al gran bien. La primera característica importante de la reunión de diálogo es que, con base en las experiencias de los miembros, proporciona un vínculo entre la motivación interior y lo compartido. Un miembro que relata su experiencia de fe no está describiendo los conocimientos que le impartieron otros, está narrando una experiencia real que surge de su interior, el resultado de un esfuerzo automotivado de reforma interior. Mediante una sucesión de testimonios, los miembros pueden alabar y alentar los esfuerzos de los demás, además de desarrollar un sentido compartido de confianza y fortalecimiento. A través de esta experiencia, tanto el oyente como el narrador pueden profundizar su convicción en la fe. La segunda característica importante de la reunión de diálogo es el espíritu igualitario. Durante una reunión de diálogo, los conceptos como posición social, situación o ventaja personal son irrelevantes. La reunión de diálogo corporifica la cooperación entre los seres humanos sobre una base igualitaria. En tal sentido, es un manantial de democracia, un oasis para el corazón, donde los participantes recargan su fuerza vital y aplacan su sed espiritual. La poderosa naturaleza de buda que emerge de la combinación de entonar daimoku y de la inspiración mutua que se logra participando en las reuniones de diálogo, permite a cada persona generar valor en forma de belleza, beneficio y bien. De hecho, la palabra "soka", de Soka Gakkai, significa "creación de valor". La obra Profundo significado del "Sutra del loto" (Hokke Gengi) afirma: "No existe ningún asunto de la vida o del trabajo que contradiga la realidad suprema en ningún sentido".[1] Cada aspecto de la vida individual —los desafíos del trabajo, la familia, los estudios, la salud, las finanzas, las relaciones, etc.— brindan una oportunidad para crear valor y manifestar la propia naturaleza de buda, así como la posibilidad de experimentar una prueba concreta de la práctica en forma de una mejora y un crecimiento material o espiritual. Las experiencias de pruebas concretas constituyen el contenido de los testimonios de los miembros en las reuniones de diálogo. Las reuniones de diálogo, fundamentadas en el diálogo y en la igualdad, son una excelente oportunidad para construir una cultura de paz. Responsabilidad, amor compasivo y sabiduría En su obra Abolishing War (La abolición de la guerra), Elise Boulding define "cultura de paz" de la siguiente manera: "Un mosaico de identidades, actitudes, valores, creencias y patrones que llevan a las personas a vivir nutriéndose unas de otras y de la tierra misma sin la ayuda de los diferentes poderes estructurados, para abordar las diferencias en forma creativa y compartir los recursos". [2] El capítulo "La parábola de las hierbas medicinales" (Yakusoyu), del Sutra del loto, contiene una descripción poética de lo que significa "cultura de paz". La parábola describe una gran cantidad de plantas que son regadas por una nube que envuelve la Tierra: "Aun cuando estas plantas y árboles crezcan todas en un mismo suelo y reciban humedad de la misma lluvia, hay muchas diferencias entre ellas". [3] En términos del budismo, esta imagen describe de qué manera las personas pueden beneficiarse de la ley budista, que es imparcial, y, al igual que las tres clases de hierbas medicinales y las dos clases de árboles, pueden lograr un estado de iluminación que expresa su característica más esencial y su individualidad. Esta imagen resuena con la visión de la cultura de paz definida por Elise Boulding. Aquí, los beneficios del Sol y de la lluvia describen la igualdad de todos los seres en el cielo, mientras que la tierra que sostiene las plantas se refiere a la igualdad en la Tierra. En el budismo, esto representa el camino verdadero de la cultura, donde respetamos las diferencias del otro y celebramos nuestra diversidad y, de la misma manera, compartimos los beneficios de la Tierra y del firmamento, que sustentan la vida. El propósito de la SGI es aplicar una filosofía de humanismo, arraigada en el respeto por la dignidad de la vida, en los campos de la paz, la cultura y la educación. De esta manera, buscamos forjar una cultura de paz definitiva y universal. Estos tres ámbitos corresponden al concepto budista de las "tres virtudes", que son las cualidades inherentes a la humanidad, que Nichiren identificó como las más dignas de respeto: el sentido de responsabilidad, amor compasivo y sabiduría. La primera de estas tres virtudes, el sentido de responsabilidad, se refiere a la responsabilidad de proteger el derecho a la vida, compartido por la humanidad y por todos los seres vivos. Es la decisión tenaz de trabajar para la creación de la paz. Nichiren habló sobre su propia decisión de "obstruir el camino que conduce al infierno del sufrimiento incesante", [4] En 1957, mi maestro, Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, emitió una declaración para la abolición de las armas nucleares y encomendó a los miembros de la División de Jóvenes la tarea de implementar este deseo. "Las armas nucleares", afirmó, "son un enemigo de la humanidad; el uso de esos elementos –un acto que negaría a la humanidad su derecho fundamental a existir– debía ser juzgado como un ‘mal absoluto’". [5] Esta declaración fue realizada en plena Guerra Fría, y fue un clamor por la paz basado en el espíritu budista del respeto a la vida. Encendió una ola de reacciones en toda la sociedad. La propuesta de paz de mi mentor es la fuente de las actividades que la SGI realiza en bien de la paz, que han llegado a ser una serie de movimientos que promueven la paz entre la humanidad y protegen el medio ambiente (de esta manera, hacen realidad la coexistencia pacífica con el entorno natural). También he tenido como objetivo el que los principios de mi maestro se implementen en el ámbito académico, y por eso fundé el Instituto Toda para la Investigación sobre la Paz Global. La SGI ha venido apoyando firmemente a las Naciones Unidas como "parlamento de la humanidad", y ha cooperado con el Departamento de Información Pública de la ONU en la organización de la muestra "Armas nucleares: Una amenaza para nuestro mundo", que tiene como fin exponer los peligros de las armas nucleares; esta exposición ya se ha presentado en 18 ciudades de 15 países del mundo. Hemos organizado, en forma conjunta con el Departamento de Asuntos de Desarme, de la ONU, la exposición "La guerra y la paz", que también aborda los problemas ambientales y se ha presentado en todo el mundo. La Soka Gakkai del Japón ha organizado la muestra "Exposición sobre el medio ambiente: Ecoaid". Nuestros esfuerzos por apoyar la educación sobre los derechos humanos incluyen la exposición "Hacia el siglo de la humanidad: Derechos humanos en el mundo de hoy" y, junto al Centro Simon Wiesenthal, hemos realizado la muestra "El coraje de recordar: Ana Frank y el holocausto". Además, la SGI organiza campañas de recaudación de fondos para los refugiados y tiene un proyecto médico en Nepal, donde médicos voluntarios de la Soka Gakkai trabajan en campos de refugiados. Asimismo, la SGI del Brasil colabora con la investigación y reforestación del bosque tropical del Amazonas, en conjunto con ONG dedicadas al tema del medio ambiente, promoviendo proyectos para prevenir la deforestación y la desertización. Yo mismo he venido redactando propuestas de paz desde 1978, para conmemorar cada "Día de la SGI" (26 de enero) con el propósito de promover el ideal de las Naciones Unidas e instar a una reforma de los organismos de la ONU para expandir el rol de las ONG. Un tema constante en esas propuestas, escritas desde una perspectiva budista, es la abolición de la guerra. Con respecto a la segunda virtud, el amor compasivo, es la inspiración para forjar el futuro. Al cultivar los sentimientos interiores del ser humano, podemos nutrir las cualidades positivas, como la empatía, la confianza y la amistad, y hacer florecer los fragantes y singulares capullos de cada cultura. Es fundamental para el futuro de la humanidad que aprendamos a respetar las diferencias y peculiaridades de los demás, a sentir empatía por los otros y a aprender de ellos. Confío en que esto abrirá el camino hacia una nueva cultura global para todos los seres humanos. Para que todos los pueblos del mundo tengan la oportunidad de aprender de otras culturas, he creado instituciones como la Asociación de Conciertos Min-On, el Museo de Bellas Artes Fuji, el Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio y la Casa de Literatura Víctor Hugo. La SGI también patrocina a delegaciones de intercambio cultural que viajan a los diferentes países del mundo para que las personas puedan aprender de otras culturas. Llevamos a cabo festivales culturales en diversos países, donde creamos oportunidades para que las expresiones culturales de los diferentes pueblos compartan un mismo escenario. Asimismo, he fundado el Centro Bostoniano de Investigaciones para el Siglo XXI y el Instituto de Filosofía Oriental para promover el diálogo y el intercambio entre civilizaciones y para realizar investigaciones sobre las religiones, las ideologías y las filosofías del mundo. El tercer ámbito es la educación, y corresponde a la tercera virtud, la sabiduría. El presidente Makiguchi escribió que el propósito de la educación es la felicidad de los hombres. Él abogaba por una "educación creadora de valor" que permitiera a todas las personas desarrollar la sabiduría infinita inherente a ellas. En un esfuerzo por presentar en todos los ámbitos posibles del mundo la teoría de la pedagogía de creación de valor expuesta por Makiguchi, he establecido el sistema educativo Soka: Las escuelas Soka de segunda enseñanza elemental y superior, la Universidad Soka y la Universidad Soka de los Estados Unidos, así como jardines de infantes Soka en Hong Kong, Singapur y Malasia. Las teorías del señor Makiguchi están atrayendo la atención de gran cantidad de países, en especial del Brasil, la India y los Estados Unidos, y están dando frutos en forma gradual. La División de Educadores de la Soka Gakkai ha organizado sesiones de asesoramiento en que los educadores experimentados brindan su tiempo a los estudiantes y padres en forma voluntaria, y realizan encuentros donde los maestros pueden compartir y aprender de las experiencias de los demás. Al mismo tiempo, en cooperación con las Naciones Unidas, la SGI ha organizado la exposición "El UNICEF y los niños del mundo" y la muestra "El arte de los niños del mundo", que han recorrido el globo. Las actividades en los campos de la paz, la cultura y la educación sintetizadas anteriormente son ejemplos de los esfuerzos que realiza la SGI para dar forma concreta a las virtudes de la responsabilidad, el amor compasivo y la sabiduría, que constituyen el contenido real del humanismo arraigado en el respeto por la vida. Competencia humanística A principios del siglo veinte (1903), el presidente Makiguchi publicó su libro Geografía de la vida humana (Jinsei Chirigaku), que promovía firmemente una transformación hacia la competencia humanística en una época en que el imperialismo y el colonialismo eran la modalidad predominante en las relaciones internacionales. Analizó la competencia entre las naciones y la dividió en las siguientes fases: competencia militar, competencia política, competencia económica y competencia humanitaria. Enfatizó que el propósito de la humanidad debe ser la competencia humanitaria. En resumen, dijo que el ser humano necesita reemplazar la competencia antagónica tanto en la esfera militar, como en la política y la económica por la competencia cooperativa del humanismo. La competencia cooperativa, escribió, es un proceso a través del cual, al trabajar en bien de los demás, es posible beneficiarse incluso aunque otros se beneficien. La cooperación entre uno y los demás, basada en el respeto mutuo, es el camino del amor compasivo. Con frecuencia, he instado a competir con los demás en la forja de ciudadanos del mundo, como un modo de competencia humanística. Cuando digo "ciudadanos del mundo", me refiero a personas que, a pesar de estar arraigadas en sus propias tradiciones culturales, dedican los frutos de esa cultura a la causa de una paz duradera para la humanidad. Desde el punto de vista del budismo, esas personas se consideran bodhisattvas. Mi sueño es ver que todas las tradiciones religiosas y culturales del mundo generen una corriente continua de ciudadanos del mundo que compitan entre sí para contribuir a la paz del mundo. El bodhisattva, como ciudadano del mundo, es una persona que constantemente desafía su propio egoísmo y se embarca en el camino de transformar lo que el budismo denomina impulsos engañosos (representados por los tres venenos de la furia, la codicia y la estupidez) en iluminación. Los bodhisattvas, que se rehúsan a quedar inmersos en el consumismo y en el materialismo de la sociedad contemporánea, abrazan el noble espíritu de trabajar por los demás y juran hacer de ésta su misión en la vida. Este proceso pone en marcha un cambio fundamental en el rumbo de la vida —partiendo del egoísmo para llegar al deseo de crear felicidad para uno y para los demás. Creo que todas las religiones deben promover, de acuerdo con sus propios métodos, esta clase de cambio fundamental en la vida: pasar del materialismo contemporáneo a una cultura sumamente espiritual y humanista. Quisiera sugerir que las reuniones de diálogo de la SGI, al brindar la oportunidad de iluminarse en forma mutua, sirvan como ejemplo de esto. Finalmente, deseo profundamente que las religiones del mundo utilicen el diálogo y el intercambio para resolver la miríada de problemas que amenazan la supervivencia de la humanidad, y pongan énfasis en la armonía y la cooperación con el fin de crear una cultura de paz. Por supuesto, cada cultura y tradición religiosa tiene sus propias características y prácticas. Esto hace que sea natural que cada tradición respete las diferencias de los demás, pero es también fundamental que busquemos los puntos que tenemos en común como seres humanos, que busquemos la universalidad. Es vital que juntos esclarezcamos la ética humana fundamental, cuyos elementos incluirían el amor hacia la humanidad, el respeto por todas las formas de vida, la no violencia y el amor compasivo, así como modalidades de coexistencia mutualmente beneficiosas con la naturaleza. Mi mayor deseo es que cada religión pueda basar sus acciones en lo que tenemos en común, que todos somos seres humanos, y recalcar, por sobre todo, la cooperación creativa en nuestra búsqueda por resolver los graves problemas que enfrenta nuestro mundo. De esta manera, con respeto mutuo y aprendiendo de los demás, podremos trabajar por la supervivencia de la raza humana. Daisaku Ikeda

Thursday, April 2, 2009

LA VIDA Y LA MUERTE


LA VIDA Y LA MUERTE

La muerte es algo de lo que nadie puede escapar. La muerte sigue a la vida con tanta seguridad como la noche sigue al día, el invierno sigue al otoño o la vejez sigue a la juventud. Las personas se preparan para no sufrir cuando les llegue el invierno; se preparan para no tener que sufrir en la vejez. ¡Pero pocos se preparan para la certeza aun mayor de la muerte!

La sociedad moderna ha alejado su mirada de este problema tan fundamental. Para la mayoría de las personas, la muerte es algo a temer, algo terrible o si no, sólo la ausencia de vida, algo hueco y vacío. Y la muerte ha llegado a ser considerada incluso como algo “antinatural.”

¿Qué es la muerte? ¿Qué ocurre con nosotros después de que morimos? Podemos intentar ignorar estas preguntas. Muchas personas lo hacen. Pero si ignoramos la muerte, creo que estaremos condenados a vivir una existencia poco profunda, a vivir insatisfechos, espiritualmente hablando. Puede que hasta nos convenzamos a nosotros mismos de que, de alguna manera, haremos una transacción con la muerte "cuando llegue el momento." Algunas personas se mantienen muy comprometidas en un sinfín de constantes tareas que le evitan pensar en los problemas fundamentales de la vida y la muerte. Pero en semejante estado mental, la alegría que sentimos es, en fin de cuentas, frágil y se encuentra ensombrecida por la presencia ineludible de muerte. Es mi firme creencia que enfrentar el problema de la muerte puede ayudar a traer verdadera estabilidad, paz y profundidad a nuestras vidas.

¿Qué es, entonces, la muerte? ¿Es sólo extinción, un retroceso hacia la nada? ¿O es la puerta hacia una nueva vida, una transformación en lugar de un fin? ¿Acaso es que la vida no es más que una fase fugaz de actividad precedida y seguida por la quietud y la no-existencia? ¿O será que tiene una continuidad más profunda, que persiste más allá de la muerte en alguna forma u otra?

Según el punto de vista budista, la idea de que nuestras vidas acaban con la muerte, es interpretada como una captación muy equivocada de la realidad. El budismo ve que todo en el universo, todo lo que ocurre en él, es parte de un inmenso tejido viviente de interconexiones. La energía vibrante que nosotros llamamos vida y que fluye a lo largo y ancho del universo no tiene principio ni final. La vida es un proceso continuo y dinámico de cambio. ¿Por qué, entonces, ha de ser la vida humana la única excepción? ¿Por qué ha de ser nuestra existencia algo arbitrario, aislado y desconectado del ritmo universal de la vida?

Nosotros sabemos ahora que las estrellas y las galaxias nacen, viven lo que les corresponde por naturaleza vivir, y mueren. Lo que es aplicable a las inmensas realidades del universo es igualmente aplicable al reino en miniatura de nuestros cuerpos. Desde una perspectiva totalmente física, nuestros cuerpos están constituidos por los mismos materiales y compuestos químicos que constituyen a las galaxias más distantes. En este sentido nosotros somos, literalmente, hijos de las estrellas.

Un cuerpo humano consta de unos sesenta billones de células individualizadas y la vida es la fuerza inherente que armoniza el infinitamente complejo funcionamiento de este arrebatador número de células. A cada momento, enormes cantidades de estas células mueren y son reemplazadas por el nacimiento de otras. A este nivel, cada uno de nosotros está experimentando día a día los ciclos de nacimiento y muerte.

En términos muy prácticos, la muerte es necesaria. Si las personas vivieran para siempre, tarde o temprano empezarían a anhelar la muerte. Sin la muerte, enfrentaríamos gran cantidad de nuevos problemas, desde la superpoblación hasta el hecho de que las personas tuvieran que vivir para siempre en cuerpos avejentados. La muerte hace espacio para la renovación y la regeneración.

La muerte debe, por consiguiente, agradecerse tanto como se agradece la vida, como una bendición. El budismo ve la muerte como un período de descanso, como un sueño a partir del cual la vida recobra energía y se prepara para nuevos ciclos de existencia. No hay ninguna razón para temerle a la muerte, para odiarla o para buscar desterrarla de nuestras mentes.

La muerte no discrimina, nos despoja de todo. La fama, la riqueza y el poder son todos inútiles en los solemnes momentos finales de la vida. Cuando el momento llega, en lo único que podemos confiar es en nosotros mismos. Ésta es una confrontación imponente ante la cual nos presentamos con la sola armadura de nuestra cruda humanidad, del registro real de lo que hemos hecho, de cómo hemos escogido vivir nuestras vidas. "¿He sido fiel a mí mismo? ¿Qué contribución he aportado yo al mundo? ¿Cuáles son mis satisfacciones o pesares?"

Para morir bien, uno tiene que haber vivido bien. Para quienes han vivido fieles a sus convicciones, para quienes han trabajado por llevar felicidad a los demás, la muerte puede venir como un placentero descanso, como un sueño bien ganado después de un día de agradable ejercicio.

Yo me sentí muy impresionado cuando supe sobre la actitud que asumió mi amigo David Norton, al confrontar su propia muerte, hace algunos años.

Cuando sólo tenía diecisiete años, el joven David era un bombero paracaidista voluntario que se lanzaba en las áreas inaccesibles con el fin de cortar árboles y excavar trincheras para impedir que los fuegos se extendieran. Él hacía esto, decía él, para aprender a enfrentar sus propio miedos.

Cuando tenía alrededor de sesenta y cinco años, le fue diagnosticado un cáncer avanzado y enfrentó la muerte con actitud de avance hasta encontrar que el dolor no lo derrotaría. Tampoco encontró él que la muerte fuese una experiencia solitaria. Según su esposa, Mary, rodeado por todos sus amigos, su marido enfrentó la muerte sin miedo, y se refería a ella como: "otra aventura; el mismo tipo de prueba que se enfrentan ante un fuego en el bosque."

"Yo supongo que lo primero sobre semejante aventura," dijo Mary, "es que es una oportunidad en la que uno puede desafiarse a sí mismo. Es salirse de situaciones que son cómodas, en las que uno sabe lo que está ocurriendo y en las que uno no tiene nada de qué preocuparse. Es una oportunidad para crecer. Es una oportunidad para uno transformarse a sí mismo en lo que uno necesita ser. Pero es algo que se debe enfrentar sin miedo."

El estar consciente de la muerte nos permite vivir cada día y cada momento lleno de agradecimiento hacia la incomparable oportunidad que tenemos de crear algo durante nuestra estadía en la Tierra. Creo que para disfrutar verdadera felicidad debemos vivir cada momento como si fuese el último. El presente nunca volverá. Podemos hablar del pasado o del futuro, pero la única realidad que tenemos es este momento presente. Y el confrontar la realidad de la muerte realmente nos permite generar creatividad ilimitada, valor y alegría en cada momento que vivimos.

Wednesday, April 1, 2009

AMOR Y PAREJA ... todo un tema no?

No sé la fuente, pero el material esta buenisimo!!! Gaby.

AMOR Y PAREJA


Amor: Una emoción poderosa que se siente hacia otra persona y se manifiesta a sí misma en un profundo afecto, devoción o deseo sexual. (Definición del Webster’s New World Dictionary).

No es el amor mucho más que eso?, después de todo, el amor produce tantos momentos de éxtasis como de aguda depresión. Si el amor sólo se manifiesta de acuerdo a la deficinicón del diccionario, porqué casi el 50% de todos los matrimonios legales terminan en divorcio? Qué es lo que ha sucedido o dejado de suceder para crear una situación tan funesta en relación a esta cosa llamada amor?
Dependiendo de a quién uno le pregunta podemos conocer cualquier cantidad de causas, incluyendo la liberación de la mujer, influencia de los medios de comunicación, la codependencia, la predisposición genética o la pérdida de valores familiares. Sin embargo de acuerdo a las enseñanzas del Budismo de Nichiren Daishonin, todas las respuestas existen dentro de cada vida individual y de sus acciones. Como es a menudo el caso, cuando las personas se enamoran se preocupan por el amor en sí mismo o más específicamente por el objeto de su afecto. Dos amantes arrastrados por la fuerza del éxtasis fácilmente se tornan cada uno en el centro de la vida del otro. Cualquiera que haya crecido rodeado de dulces canciones de amor en la radio, las imágenes superficiales de “amor verdadero” en las películas de la televición, tendría muy pocas razones para pensar en ser de cualquier otra manera. Nuestra cultura, medios de comunicación y hasta el diccionario nos han pintado una bellísima, romántica y ensoñadora descripción del amor. Desafortunadamente el amor no es tan simple. Muchos amantes pueden dar testimonios del hecho que el amor tiene el potencial de cambiar o de transformarse en una emoción diferente sin previo aviso, por ejemplo en odio.
A diferencia del tipo de confianza que cambia según la situación, el verdadero amor, en el más profundo sentido de un vínculo entre dos personas, es algo que se desarrolla enfrentando tormentas. Pero esto no significa que uno de los dos tenga que ceder siempre frente al otro o que la felicidad de uno pueda ser construida basándose en el sufrimiento del otro.

La realidad de dos personas intentando engranar sus vidas conjuntamente, puede llegar a ser desastrosa. Aparecen los viejos patrones de conducta, se presentan choques de personalidad, problemas emocionales y sexuales, problemas familiares, desacuerdos financieros. Cualquier cosa puede pasar, pero si dos personas se aman mutuamente, especialmente si uno o ambos invocan Daimoku, cómo podrían llegar a odiarse el uno al otro? De acuerdo al Budismo se debe a lo siguiente: Cuando dos personas se comprometen a llevar una vida íntima, los tres venenos de la Ira, Avaricia (egoísmo), y la Estupidez afloran desde dentro de sus vidas.

El Budismo enseña estrictamente que cada quién debe asumir la responsabilidad de su propia felicidad. El propósito de la práctica budista es crear felicidad absoluta e inamovible en la propia vida de cada practicante dentro de sí mismos, con o sin otra persona de significación. Así que: para qué estamos buscando una pareja? En primer lugar, porqué deseamos una relación?

Podemos entonar específicamente para un alma gemela, pero una vez que la hayamos encontrado, qué sucede? Quizás deseamos a alguien que nos haga compañía o que nos dé seguridad y nos ofrezca una relación sexual monógama. Quizá queremos alguien que comparta nuestro sentido del humor, que tenga un carácter fuerte, que aprecie las pequeñas cosas de la vida y muchas otras cosas que no hayamos encontrado en una persona antes. Una vez que la encontramos, pensamos que viviremos felices para siempre?, es una larga lista de características que buscamos en una parecja nuestro verdadero deseo o simples ilusiones que contienen motivaciónes más profundas y ocultas?
Si aspiramos a conseguir a alguien con las mejores cualidades posibles como nuestro compañero para toda la vida, la manera segura de lograrlo es desarrollarnos nosotros mismos hasta lograr vivir según los mismos criterios que aquellos que exigimos de ese compañero perfecto. De esta forma, no malgastaremos nuestro tiempo en vano tratando de alcanzar aquello que está fuera de nuestro alcance. En otras palabras, lo mejor es que primero “reparemos y actualicemos” todo nuestro ser, de manera tal de merecer el amor de nuestro compañero ideal. Y para alcanzar este objetivo, la Revolución Humana constituye la clave fundamental.
Puede ser que nos sintamos profundamente solos o tengamos la necesidad de ser amados porque no estamos seguros de nuestro propio valor. Podemos estar motivados por deseos sexuales inquietantes o atrapados en un patrón de relación poco sano que tiene raíces en traumas de la infancia. Cualquiera sea el caso, el denominador común de estos y de otros incontables motivos es que tendemos a depender de algo que no es nuestra naturaleza de Buda, para afianzar sentimientos de seguridad y satisfacción. Estamos buscando a alguien con quién compartir nuestra vida y esforzarnos hacie el cumplimiento de nuestra misión o buscamos simplemente llenar un vació en nuestras vidas? Este es el punto crucial y puede que sea una de las más difíciles lecciones de aprender en nuestra práctica Budista. La realidad de que la felicidad indestructible reside sólo dentro de nosotros mismos es difícil de aceptar en el desarrollo de nuestro Estado de Buda y de la misión en la vida, sin que ello tenga nada que ver con los factores externos y poco confiables como son las relaciones humanas.
El budismo nos enseña que poseemos todo lo que necesitamos para ser felices.
Buscarlo fuera de nosotros no es sólo inútil sino que puede ser la causa de un gran sufrimiento. Una relación de amor puede proveer compañía, una vida sexual plena, una familia y otras alegrías básicas de la existencia humana, pero basar la felicidad de uno en eso es fallar en captar la inestabilidad esencial de esa situación. Después de todo, una pareja puede morir y hasta una relación sexual maravillosa puede sufrir deterioro si otros factores cambian.

Para alcanzar tales objetivos, en primer lugar y ántes que nada es recomendable que comencemos una campaña de Daimoku para elevar nuestro estado de vida y hacer emerger nuestra sabiduría.
Según el principio de unidad y medio ambiente, a menos que nos elevemos del nivel en el que nos encontramos ahora, siempre seremos presas del consabido medio ambiente conflictivo y de sucesos perturbadores que no son más que el fiel reflejo de nuestro estado de vida.
Según el Budismo cada persona es responsable de su bienestar emocional, mental y físico. Debemos ocuparnos de nuestras propias necesidades y sentimientos a la vez que estamos pendientes de no usar a otros o abusar de ellos en el proceso. A medida que entonamos Daimoku por este asunto podemos esforzarnos y confiar en nuestras oraciones para rectificar cada situación en sus niveles más esenciales. Podemos también fortalecer la creencia de que nuestro Daimoku posee el insondable poder de ayudar a otros, de una manera tal que ni las palabras ni las acciones podrían. Puede que requiera tiempo y esfuerzo pero finalmente nos probaremos a nosotros mismos que ninguna otra estrategia es tan poderosa como la que se basa en el Sutra del Loto.
El budismo plantea que tendemos a ser atraídos por personas que comparten nuestra condición de vida predominante, tanto si exhibimos características similares o no.
En el Budismo está esclarecido que la base ideal sobre la cuál se debe construir una relación cercana es el Estado de Buda, que se caracteriza por un profundo nexo espiritual y por la sabiduría, respeto y misericordia, que de forma natural, se activan a medida que continuamos entonando Daimoku y aprendiendo.
Si no estamos satisfechos con nuestras relaciones pasadas o presentes, también podemos invocar en relación a estas e identificar cual de los diez estados las han dominado. Puede que descubramos extraordinarias similitudes en patrones negativos de comunicación y conducta, tanto en nosotros como en los demás. Esto es lo que en Budismo se llama nuestro karma negativo (patrones destructivos de conductas) que estamos forzados a repetir en forma habitual. Nosotros también oramos para librarnos de estos patrones y crear otros nuevos.
Una relación ideal debería ser recíprocamente nutritiva. Es muy importante que con nuestro compañero, nos inspiremos y alentemos, respetemos y valoremos, motivemos y fortalezcamos el uno al otro. Que podamos compartir sueños y esperanzas, que abracemos las creencias y el carácter del otro, que juntos vertamos lágrimas frente a la adversidad y que trabajemos como dos en cuerpo pero como una sola mente que posee objetivos comunes. Que nos aseguremos que ambas partes seamos maduras, sinceras, independientes, auténticas, positivas, protectoras y deseosas de mejorar y crecer.

En verdad, mirándolo superficialmente, es difícil encontrar a alguien cuyas fuerzas y debilidades se adapten a las nuestras de manera perfecta. Pero, depende de nosotros el cómo pensemos y actuemos para complementarnos el uno al otro y crear valor de las aparentes fallas de nuestro compañero.
Cuando los ideales y deseos de ambos lados no están balanceados o están confrontados, antes de considerar la relación como condenada al fracaso y romper el compromiso o de apurarnos a terminarla, hay todavía algo que podemos intentar. De hecho, el activar nuestra sabiduría nos hace tomar conciencia del distorsionado retrato que habíamos pintado de nuestro compañero.
A medida que examinamos profundamente nuestros patrones de relación, también podemos llegar a captar que las mismas caractéristicas que originalmente nos atrajeron de algunas personas son las que precisamente al final nos repelen de ellas.
Según el concepto Budista de atracción, el punto más importante no es hacia quién nos sentimos atraídos, sino el porqué nos sentimos atraídos por alguien, debemos orar seriamente Daimoku para percibir la naturaleza de esa atracción antes de involucrarnos.
Debemos preguntarnos si en verdad nosotros ganamos más de relaciones fracasadas o de relaciónes pasajeras o si fortalecemos nuestra tendencia negativa por medio de éstas. Nos tornamos en personas más llenas de esperanza o más pesimistas?
Flotar en una relación a medias es equivalente a ser la causa para que finalice con la primera dificultad y dé pié para que surja todo el dolor que ello implica. Pero, por otra parte, podemos ser tan serios como para considerar el casarnos con la persona, lo que en el budismo se considera como algo de impacto eterno. Ciertamente, una decisión tan significativa merece la pena que oremos mucho Daimoku hasta que podamos basar nuestra decisión en la calma de nuestro estado de buda y no en las olas del entusiasmo emotivo.
El amor puede mantener a la gente en diversos círculos viciosos de abuso o nutrir la realización de sus sueños. Puede cumplir la función de ser un chivo expiatorio, una diversión, un deleite, una pesadilla o un estímulo para nuestra persona. En todo caso, el amor es tan único como la persona que lo está experimentando, es un reflejo de la propia vida de uno.
A la luz del Budismo el amor es lo que nosotros somos, es lo que nosotros escojamos que sea.

El ABC de la fe y la práctica

Los practicantes del Budismo de Nichiren que continuamente mejoran su práctica, avanzarán hacia la felicidad genuina en el camino de la fe. Los fundamentos del Budismo pueden ser simples, pero no simplistas. El dominio de estos fundamentos resulta en el arte de vivir bien. Los fundamentos de la práctica budista ofrecen una base de felicidad para todos nosotros miembros nuevos o con algún tiempo de práctica.

1. EL VALOR DE LOS BUENOS AMIGOS:

No podemos practicar el Budismo solos. Nosotros encontramos nuestras propias esperanzas en las esperanzas de los demás, aprendemos a ser misericordiosos a través de la amabilidad de los demás y nos alentamos cuando alentamos a los demás. Después de todo, no podemos vernos claramente sin el espejo de la interacción humana porque la manera en que vemos a los demás nos proporciona un medio para vernos a nosotros mismos. El Budismo enseña la importancia de tener "buenos amigos" en la fe. Necesitamos amigos que compartan la práctica de la enseñanza de Nichiren Daishonin de manera que podamos alentamos mutuamente, especialmente en tiempos de dificultad.
Una vez, uno de sus discípulos, le preguntó a Shakyamuni, "Teniendo buenos amigos y practicando entre ellos estaríamos a medio camino del dominio del Camino del Buda, verdad?". Entonces, Shakyamuni respondió: "Tener buenos amigos no constituye el punto medio hacia el Camino del Buda. Mas bien, constituye todo el Camino del Buda".
En el Budismo, los "buenos amigos" nos conducen hacia la enseñanza correcta del Budismo. Es difícil practicar el Budismo solos porque los obstáculos inevitablemente aparecen en el curso de nuestra práctica. Esta es la razón por la que el Budismo enfatiza la importancia de tener buenos amigos a lo largo de nuestra vida.
Los buenos amigos son especialmente importantes cuando comenzamos a practicar. Ellos comparten nuestras alegrías y pesares mientras nos alientan a practicar. A este respecto, el Daishonin dice: "La mejor manera de alcanzar la Budeidad es encontrar un buen amigo. ¿Hasta donde nos puede llevar nuestra propia sabiduría? Si tenemos la suficiente sabiduría para distinguir el calor del frío, debemos buscar un buen amigo" ("Tres maestros Tripitaka oran por la Iluvia", The Writings of Nichiren Daishonin, pág. 598).
Nuestros buenos amigos son nuestros compañeros, los miembros de la SGI. Nos alentamos mutuamente para orar al Gojonzon y contribuir en las diversas actividades. Es importante mantenerse en contacto con otros miembros de la SGI para aprender más acerca de la práctica. Mediante nuestra interacción podemos profundizar nuestra comprensión de la enseñanza del Daishonin y fortalecer nuestra fe. Siempre será insuficiente el énfasis que se ponga en la importancia de buscar buenos amigos y en luchar por convertimos en buenos amigos.

2. LAS REUNIONES DE DIALOGO DE LA SGI: UN OASIS DE DIALOGO

El espíritu de la Soka Gakkai anima las reuniones de dialogo. Compartiendo nuestras experiencias y dialogando juntos sobre el Budismo, podemos contribuir recíprocamente con nuestra fe.
Las reuniones de diálogo son nuestra tradición no sólo porque la Soka Gakkai haya venido realizándolas desde sus inicios; ellas representan la expresión del espíritu fundamental de la SGI para abrazar a todas las personas a través de un intercambio de corazón a corazón.
El primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, inició la tradición de las reuniones de diálogo. En lugar de dedicarse simplemente a explicar teorías o conceptos difíciles, él trato de comunicar la grandiosidad del Budismo de Nichiren mediante las experiencias de los miembros. A menudo viajó largas distancias para asistir a reuniones de diálogo y alentar a cada una de las personas del lugar. El segundo
presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, dijo posteriormente: "Seria maravilloso que alaben sinceramente la Ley si-quiera a una persona. Deben compartir sus experiencias, sus esfuerzos por propagar el Budismo y su vida. Si tres personas están asistiendo a una reunión, deben considerarla como importante".
Al final de una carta escrita desde el exilio, Nichiren Daishonin anotó: "Todos mis discípulos y seguidores deben leer y escuchar esta carta. Quienes son serios en su resolución deben discutirla mutuamente" ("El devoto del Sutra del Loto encontrará persecución", WND, 449). Aquí el Daishonin enfatiza la importancia del aliento mutuo en la fe.
Sólo un entendimiento intelectual del Budismo no impulsará nuestra práctica. Nuestra mente puede ser estimulada por conceptos maravillosos, pero mucho más a menudo nuestro corazón se conmueve con la sinceridad. Grandes pensamientos y sentimientos conducen a una gran acción. Cuando compartimos nuestras experiencias y realizaciones en las reuniones de diálogo, fortaleceremos nuestra decisión de orar y actuar por nuestras sueños y metas. AI mismo tiempo, conforme alentamos a otros que están atravesando momentos difíciles, en realidad nos estamos alentando a nosotros mismos, despertando así al sentido de misión para propagar el Budismo.
Una reunión de diálogo es un foro para intercambios de vida a vida. Todos nosotros estamos ocupados; sea en el hogar, el trabajo o la escuela; a menudo es difícil encontrar tiempo para asistir a las actividades de la SGI. Cuando hacemos el esfuerzo para hacer tiempo para asistir a las reuniones de diálogo, nos beneficiamos. En las reuniones, gradualmente vamos absorbiendo la sabiduría del Budismo y desarrollamos nuestra fe. Puede ser que no siempre entendamos los temas tratados en el diálogo, pero nuestra asistencia será, con el tiempo, un punto fundamental de nuestra fe y nuestra práctica. Una reunión de diálogo es un oasis de vida.
Con risas sinceras, testimonios conmovedores y frescas ideas sobre el Budismo, nuestras reuniones nos ayudan a cambiar el temor por coraje y la inercia por acción.

3. ASISTIR A LA UNIVERSIDAD BUDISTA DE LA VIDA

Nichiren Daishonin escri¬bió: "Esfuércese en los dos caminos de la práctica y el estudio. Sin práctica y
estu¬dio no puede haber Budismo". ("EI verdadero aspecto de todos los fenómenos", WND, 386). Además de la diaria recitación de las porciones del Sutra del Loto, de la invocación de Nam-miojo-rengue kio y la comunicación a otros de la grandiosidad de la enseñanza del Daishonin, también es importante involucrarse en un proceso de aprendizaje budista de toda la vida. Sin estudiar, no podemos practicar correctamente el Budismo.
El aprendizaje budista involucra la lectura y discu¬sión de los escritos de Nichiren Daishonin junto con el estudio de la historia y las ideas del Budismo que proporcionan un contexto para una mejor comprensión.
Mediante los escritos del Daishonin, aprendemos acerca de su vida, su espíritu y enseñanzas. Así, el entendimiento del corazón del Daishonin se convierte en una fuerza motriz para nuestra fe y práctica. Respecto a esto, el presidente de la SGI Ikeda remarca: "Nuestra base está en los escritos de Nichiren Daishonin. Estudiándolos ob¬tenemos el coraje para desafiar la injusticia y el poder para construir la felicidad".

4. CONSTRUIR UNA COMUNIDAD DE PRACTICANTES

El propósito de la SGI es ayudar a cada persona a desarrollar una felicidad inconmovible, realizando de esa manera una sociedad pacífica mediante la propagación del Budismo de Nichiren. Tal como la felicidad de una persona inspira a otra, la paz también se propaga de una persona a otra. Es por esta razón que la SGI
enfoca a las personas.
Con frecuencia asociamos a los grupos religiosos con restricciones sobre la individualidad o la libertad personal. No obstante, el Daishonin enfatiza la importancia de "muchos en cuerpo, uno en mente" como una característica ideal de una comunidad de budistas. En una comunidad budista, cada persona encuentra aliento para expre¬sar su peculiar potencialidad. Este énfasis en la diversidad queda expresado como "muchos en cuerpo". AI mismo tiempo, una comunidad budista crea armonía para alcanzar la meta común de una sociedad pacífica. Este énfasis en la armonía queda expresado como "uno en mente". Los dos conceptos son intercambiables: la paz no puede ser construida sin la felicidad individual, y la felicidad individual no puede existir sin paz. Lo que hace posible que la SGI vincule a la persona con la comunidad y la diversidad con la armonía es nuestra creencia en la universalidad de la Budeidad.
La SGI brinda una comunidad donde nos alentamos mutuamente a cultivar nuestras peculiares cualidades in-dividuales y nos ayudamos para realizar una sociedad pacífica. Todas las personas son valiosas en su Budeidad potencial compartida, y al mismo tiempo, cada persona es única en su expresión de esta suprema cualidad humana. Las metas de diversidad y armonía de nuestra comunidad budista no indican una ausencia de desacuerdos ni la au-sencia de simpatías y antipatías personales.
A veces es difícil llevarse bien con otros miembros o llegar a un acuerdo respecto a la manera en que deben realizarse las actividades. Con una membresía tan diversa, esto es natural. Pero es importante que cada uno de nosotros asuma la responsabilidad para construir la comunidad de creyentes ideal que vislumbró el Daishonin como "muchos en cuerpo, uno en mente". Una comunidad budista capacita a las personas para trascender el interés propio de modo que pueden discrepar respetuosamente y seguir unidas en la propagación del Budismo y la realización de la paz.

5. ESTABLECER UNA PRACTICA PARA LA VIDA DIARIA

La oración del Budismo de Nichiren -la invocación de Nam-miojo-rengue-kio y la recitación de las porciones esenciales del Sutra del Loto- es un acto de afirmación de la Budeidad al interior de nuestra propia vida, así como en la vida de todos los demás. Cuando oramos, estamos alabándonos a nosotros y a los demás por tener el potencial fundamental del coraje y la misericordia, respeto y sabiduría. Nuestra vida, entonces, responde a nuestro sincero elogio manifestando la Budeidad.
Nichiren Daishonin escribió que invocar Nam-miojo rengue-kio siquiera una vez con una sincera confianza en nuestra Budeidad innata tie¬ne un enorme y positivo efecto en nosotros. Por consiguiente, quienes recitan
continuamente el Sutra del Loto e invocan Nam Miojo Rengue Kio como su práctica diaria acumularán inmensos beneficios. Por esta razón, no debemos considerar nuestra práctica como un rito mágico o como una obligación. Mas bien, debemos considerar la oración diaria como un proceso para descubrir la valiosa gema de la Budeidad en los rincones mas profundos de la vida, abriendo así nuestro verdadero yo.
Nuestra práctica diaria es, en un sentido, nuestro "entrenamiento para la vida". Como levantando pesas, podemos aclarar nuestra perspectiva y fortalecer nuestra vida desde el interior. La consistencia de nuestra practica es muy importante. Por eso la práctica de las oraciones de mañana y de noche es llamada "práctica asidua". Con un refrescante gonguio de la mañana aseguramos la victoria del día. Con una sonora oración de la noche, nos preparamos para los desafíos de mañana.
Es difícil transformar nuestras condiciones de vida mas fundamentales en un sólo día, así como requiere de persistencia el vencer los malos hábitos. Pero a través de los esfuerzos diarios podemos establecer firmemente el estado de vida más profundo como la base de nuestra existencia. Los miembros nuevos pueden encontrar difícil ser consistentes en su práctica diaria. Por supuesto es mejor invocar dos veces al día - mañana y noche. Las circunstancias, sin embargo, a veces pueden impedirlo. Nuestra fe puede encenderse como el fuego al comienzo, pero no puede mantenerse firme si la pasión de la fe "se apaga" después de un corto tiempo.
Nichiren Daishonin dice, "Aceptar es fácil; continuar es difícil. Pero la Budeidad yace en continuar la fe" ("La dificultad de mantener la fe", WND, 471). Tal como enseña el Daishonin, la continuidad es muy importante en nuestra practica del gonguio. Cuando no tenemos tiempo, podemos invocar Nam Miojo Rengue Kio tres veces. Lo más importante es decidir mantener la fe en el Gojonzon a lo largo de nuestra vida.

6. DESARROLLAR EL CORAJE PARA AYUDAR A LOS DEMAS

Nuestra práctica tiene dos aspectos: La práctica para uno mismo y la práctica para los demás. La práctica personal con¬siste de la oración diaria, y la práctica para los demás indica que ayudamos a otros a aprender las enseñanzas de Nichiren Daishonin. Nosotros tratamos de comunicar la grandiosidad del Budismo de Nichiren para conducir a las personas hacia la felicidad. Así como una carreta no puede moverse sin dos rue¬das, nosotros no podemos avanzar en nuestra practica budis¬ta sin estos dos aspectos.
El Budismo enseña que la felicidad genuina no es posible sin ayudar a quienes nos rodean para que también disfruten de su vida. Nosotros luchamos por compartir nuestra felicidad para construir un sólido yo que no será influenciado por un medio ambiente negativo. Sin esforzarnos por la felicidad de los de¬más, no podemos gozar de una verdadera riqueza en la vida. La inseparabilidad del yo y el otro es una enseñanza budista vital. Nuestra meta fundamental, por consiguiente, es crear una sociedad firmemente basada en la dignidad de toda forma de vida y un mundo pacífico sin el sufrimiento y la miseria de la guerra.
La misericordia comienza con el coraje para trascender el egocentrismo. Debido a que con frecuencia resulta difícil hablar acerca del Budismo incluso con nuestras amistades mas ínti¬mas, precisamos del coraje para dar este primer paso. Con un sincero deseo por la felicidad de los demás, invitamos a nues¬tros amigos a reuniones de diálogo o compartimos con ellos nuestras publicaciones para comunicar la grandiosidad del Gojonzon y la filosofía humanística del Budismo de Nichiren. Fundamentalmente, comprendemos que es importante compar¬tir el Budismo no sólo por la felicidad de los demás, sino tam¬bién por nuestro propio desarrollo personal.
Los dos aspectos de nuestra práctica -para uno mismo y para los demás- son inseparables. No podemos mejorar sin avanzar en nuestra capacidad para abrazar a los demás, y no podemos ayudar a los de¬más sin fortalecernos a noso¬tros mismos. Conforme invo¬camos consistentemente al Gojonzon, podemos comuni¬car mejor la grandiosidad del Budismo de Nichiren. Nues¬tro carácter humanístico y la acción que emprendemos ba¬sados en ese humanismo brindan el testimonio más elo¬cuente de la validez de la fe. A la inversa, a menos que lu¬chemos por la felicidad de los demás, limitamos nuestro propio potencial para la Budeidad.
Sea que nuestros amigos empiecen a practicar o no la enseñanza del Budismo de Nichiren, su decisión debe ser respetada. Después de todo, la fe no puede ser forzada; de otra manera no podría ser considerada como fe. La coerción basada en el temor esta en total oposici6n al Budismo, que busca liberar el espíritu humano. Pero, independientemente del resultado, nuestros valerosos esfuerzos por comunicar la grandiosidad del Budismo son dignos de respeto e igualmente benefician tanto a los demás como a nosotros mismos.
El segundo presidente de la Soka Gakkai Toda dijo, "El simple hecho de hablarle a otros sobre el beneficio del Gojonzon ya significa una gran propagación del Budismo". El presidente Ikeda también escribió, "La propagación del Budismo debe acompañar nuestros esfuerzos por profundizar nuestros lazos de amistad y ganarnos la confianza de la gente". Conforme compartimos nuestras experiencias en la fe, el comunicar la grandiosidad del Budismo de Nichiren a través de las palabras y las acciones, nosotros expandimos nuestras capacidades humanas e inspiramos a los demás a despertar a su propio potencial supremo.

7. GOBERNAR LOS EFECTOS DEL BENEFICIO Y LA PERDIDA

A través de la práctica, veremos cambios positivos en nuestras circunstancias, tales como el vencer enfermedades o mejorar nuestra situación laboral. Aunque la mejora material o física pueda ser grande, el presidente Toda decía a menudo, que el verdadero beneficio de la práctica es la capacidad de abrazar la fe con alegría independientemente de lo que suceda.
El mayor beneficio de nuestra práctica budista es el de desplegar la Budeidad, un poder interior que nos posibilita superar cualquier cosa, disfrutando así de cada momento de nuestra vida. AI cultivo de este profundo estado de la Budeidad lo llamamos "revolución humana".
Nichiren Daishonin dice, "Beneficio significa disminuir el mal y crear el bien" (Gosho Zenshu, pág. 762). Nuestra vida esta dotada de la capacidad para disminuir las funciones que niegan la vida que es a lo que Ilamaríamos "mal" e instigar otras que afirmen la vida, que promuevan el "bien". Este proceso de desarrollar el poder para purificarnos desde el interior es, en sí, el mayor beneficio de la práctica budista. Con este fin, realizamos el gonguio, compartimos las enseñanzas del Daishonin y participamos en diversas actividades de la SGI. Conforme ampliamos y profundizamos nuestro estado de vida experimentamos una gran mejora, tanto espiritual como materialmente.
El presidente Ikeda comenta, "en tanto mantengamos la determinación de avanzar a lo largo del camino de la propagación, las condiciones adversas, con seguridad, se transformarán en beneficios. Puede ser que no entiendan esto ahora mismo. Sin embargo, conforme pase el tiempo, recordarán que todo salió bien y se les hará evidente que han venido avanzando todo el tiempo hacia la realización de sus deseos".
Cultivando nuestra Budeidad innata y respetando el potencial para la Budeidad de los demás, vemos cambios positivos en nuestra vida. De otro lado, si nos negamos o le negamos a cualquiera el camino hacia la Budeidad, nuestra vida se debilita y experimentamos confusión y sufrimiento. Esto describe lo que el Budismo llama "pérdida".
Es importante tener en mente que el beneficio o la pérdida es simplemente un reflejo de la condición de vida. En otras palabras, estas condiciones no denotan una recompensa o retribución recibida de fuerzas externas. Nosotros somos responsables de nosotros mismos, y nadie más puede cambiar nuestras vidas. Por esta razón, es sumamente importante luchar para lograr nuestra propia revolución humana. El Budismo de Nichiren enseña que nosotros somos
responsables tanto de los aspectos positivos como de los negativos de "nuestra vida y, también, que - tenemos el
poder innato para crear los beneficios y disminuir las pérdidas.

8. PRACTICAR EL BUDISMO EN LA VIDA DIARIA

Todos tenemos roles que desempeñar en nuestra vida -sea como padres o cónyuges, trabajadores o estudiantes. La fe en las enseñanzas del Budismo de Nichiren nos capacita para cumplir esos roles y realizar el potencial humano que es único en cada uno de nosotros. Mientras más luchamos por aplicar la práctica budista, más descubrimos su validez y, así, profundizamos nuestra fe. El Budismo de Nichiren está enraizado en la realidad y enfatiza la inseparabilidad de la fe y la vida diaria.
Nosotros no somos budistas sólo cuando oramos o asistimos a reuniones. Mientras utilizamos el poder interior, la sabiduría y la misericordia de nuestra práctica en el hogar o el trabajo, podemos experimentar verdaderamente el valor del Budis mo. En consecuencia, sin, descuidamos las responsabilidades y desafíos que encontramos en nuestra familia, comunidad o sociedad, no podemos decir que hayamos comprendido apropiadamente la fe. La fe penetra las actividades diarias, y nuestro hogar u oficina son los lugares precisos para mostrar el humanismo y la misericordia de la enseñanza del Daishonin.
Todos tenemos muchos desafíos en la vida. En ocasiones, utilizamos nuestra fe como una excusa para la inacción o como un escape para las duras realidades. Si asumimos la actitud facilista de: "El Gojonzon cuidará de todos mis problemas", estamos siendo irresponsables y disfrazándolo como fe. O, si utilizamos nuestra práctica como una licencia para causar sufrimiento -sea a budistas o no budistas- pensando, "Puedo hacer lo que me plazca porque entono la Ley", esa actitud debe ser considerada como arrogante.
Conforme oramos al Gojonzon debemos emprender acciones concretas, desafiándonos a cada paso del camino. Conforme aprendemos más de las enseñanzas del Daishonin, debemos practicar lo que aprendemos. La acción sin oración es como una rueda que gira, pero la oración sin acción no pasa de ser un espejismo. Cuando oramos al Gojonzon "tan seriamente como para producir fuego de la leña húmeda, o como para obtener agua de la tierra reseca” (“Sobre reprender la calumnia de la Ley y erradicar las malas causas", WND, 444), definitivamente podemos hacer posible, lo que previamente había parecido imposible. El Budismo florece sólo cuando enfatiza profundamente en medio de la realidad.

9. COMPARTIR EL BUDISMO CON CONVICCION

Nichiren Daishonin le dijo una vez a su seguidor, Nanjo Tokimitsu: "Desde que nací hasta hoy, nunca he conocido un momento de tranquilidad; solo he pensado en la propagación del daimoku del Sutra del Loto" (“Persecución con espadas y varas", WND, 965). Aquí, "daimoku" se refiere al Nam Miojo Rengue Kio como un título. El Daishonin aclara cómo dedicó toda su vida a la propagación del Budismo.
En otra carta, el Daishonin explicó: "Usted no debe perseverar sólo; también debe enseñar a otros. Enseñe a otros con lo mejor de su capacidad, aunque sólo sea una simple oración o frase" (“EI verdadero aspecto de todos los fenómenos", WND, 386). En muchos de sus escritos, el Daishonin enfatizó la importancia de compartir sus enseñanzas. La comunicación de su Budismo a nuestros amigos fortalece nuestros recursos interiores y profundiza nuestra fe.
Muchos de los primeros miembros de la Soka Gakkai compartieron la enseñanza del Daishonin con otros a pesar de graves dificultades personales. Ellos practicaron valientemente, trabajando por la felicidad de los demás mientras desafiaban sus propias circunstancias. No esperaron hasta tener alguna "prueba" - más dinero o una casa más grande. Independientemente de su apariencia, estatus o posesiones, estos miembros pioneros compartieron la enseñanza del Daishonin con el sincero deseo de conducir a las personas hacia vidas más felices. La verdadera prueba real de su fe estuvo en su espíritu indomable para confrontar las dificultades y, en medio de ello, cuidar de otros.
El propósito de la religión es construir la felicidad. Abrazando a las personas que sufren, vertiendo luz en el camino hacia la realización, la Soka Gakkai ha venido luchando todo el tiempo por realizar este propósito. Durante la Segunda Guerra Mundial, el primer presidente Makiguchi y el segundo presidente Toda fueron arrestados por su rechazo al estado Shinto, mientras que el clero de la Nichiren Shoshu, temiendo la per secución, comprometió su fe. Makiguchi y Toda mantuvieron sus creencias en medio de esas circunstancias extremas, y siguieron expresando su convicción religiosa incluso con sus guardias e interrogadores. Las raíces espirituales de la SGI se encuentran en esa dedicación altruista.
Mientras luchamos por alcanzar nuestras metas y realizar nuestros sueños mediante la práctica del Budismo de Nichiren, a menudo experimentamos impedimentos para nuestro progreso. Explicando, Nichiren Daishonin cita al erudito budista chino del siglo VI, T'ien-t'ai: "Conforme la práctica progresa y la comprensión se desarrolla, los tres obstáculos y cuatro demonios surgen en formas confusas, compitiendo entre ellos para interferir. No se debe ser influenciado ni atemorizado por ellos. Si se cae bajo su influencia, se será conducido a los caminos del mal. Si se es atemorizado por ellos, se será impedido de practicar la enseñanza correcta" ("Carta a los hermanos", WND, 501). El Daishonin añade, "Esta afirmación no se aplica sólo a mí, sino que también es una guía para mis seguidores. Reverentemente hagan suya esta enseñanza, y transmítanla como un axioma de fe para las futuras generaciones". (Ibid.).
En el pasaje de T'ien-t'ai, "los tres obstáculos y cuatro demonios" se refiere a los diversos obstáculos e impedimentos, tanto intemos como extemos, para nuestra práctica budista. Así como una nave que avanza rápidamente surca a través de olas mas grandes y vientos más fuertes, cuando practicamos para descubrir la innata condición de la Budeidad, nuestra vida experimenta resistencia tanto del interior como del exterior. Cuando purificamos nuestros sentidos mediante la práctica, también comenzaremos a ver aquello que antes escapaba a nuestra visión ilusionada.
Si dejamos de practicar, al primer indicio de un obstáculo, sin embargo, no podremos alcanzar el destino de la felicidad absoluta ni librar nuestra vida de la ilusión, aunque podamos experimentar la calma del estancamiento o la comodidad familiar de nuestra oscuridad interior. Por esto es importante estudiar el Budismo. Como lo expreso T'ien-t'ai, los obstáculos para nuestra felicidad aparecen "en formas confusas". Las obstrucciones pueden no parecer siempre adversas. Algunos obstáculos pueden parecer favorables pero sirven para minar nuestra práctica del Budismo. Por esta razón, debemos discernir la verdadera naturaleza de nuestras circunstancias a través de la sabiduría desarrollada como resultado del estudio y la práctica. Es importante desarrollar el coraje para transformar las debilidades para enfrentar los obstáculos tal y conforme aparecen.
Cuando el Daishonin fue exiliado después del fallido intento de ejecución, la mayoría de sus discípulos renunciaron a su fe debido al acoso del sogunato: expulsión, multa o confiscación de propiedades. Cuando el gobierno militar japonés apreso a los Líderes de la Soka Gakkai durante la Segunda Guerra Mundial debido al rechazo del estado Shinto por parte de la organización, todos excepto Makiguchi y Toda abandonaron su fe. Estos ejemplos demuestran que el desarrollo de la sabiduría y el coraje mediante la práctica nos permite superar incluso obstáculos insuperables.
Llegar a ser feliz es sinónimo del proceso de superar los impedimentos para nuestra felicidad. Después de todo, el ser budista no significa que seamos inmunes a las vicisitudes de la vida. Desde la perspectiva del Budismo de Nichiren, cualquier obstáculo que encontremos en el curso de nuestra práctica demuestra nuestro progreso, convirtiéndose en una oportunidad para una mayor desarrollo. Por esto el Daishonin advierte: "Algo extraordinario también ocurre cuando una persona común alcanza la Budeidad. En ese momento, los tres obstáculos y cuatro demonios aparecerán invariablemente, y el sabio se regocijará y el necio retrocederá" ("Los tres obstáculos y cuatro demonios", WND, 637).

10. DESAFIAR LA “OBSCURIDAD FUNDAMENTAL”

Toda vida es igualmente valiosa. Las enseñanzas de Nichiren valoran especialmente la igualdad y la santidad de la vida. EI declaro que todos poseen el potencial para la felicidad absoluta y el poder para hacer del mundo un lugar mejor. En otras palabras, cada persona es importante no sólo para ella misma, sino también para todo el planeta. Pero la comprensión intelectual de este principio no se traduce automáticamente en respeto de sí mismo, para no mencionar el respeto a otras personas. Nuestras vidas también están imbuidas con lo que el Budismo llama “Ia oscuridad fundamental", la ilusión humana profundamente asentada que nos impide respetar todas las formas de vida y nos provoca a tomar ventaja de otros para nuestros propios fines egoístas.
Así como no podemos alcanzar una felicidad genuina sin superar obstáculos, tampoco podemos descubrir la iluminación sin desafiar la oscuridad fundamental. La práctica budista brinda la oportunidad de vencer en la lucha entre la iluminación y la ilusión; es un proceso para derrotar la oscuridad fundamental mientras se lucha por proteger la dignidad humana. Esta oscuridad interior se manifiesta a menudo en tendencias autoritarias como inclinarse ante personas de mayor influencia o ejercer algún control sobre otras a fuerza de nuestro propio poder. Conforme derrotamos a quienes tratan de controlarnos reflexionando en nuestras tendencias, nos hacemos claramente conscientes de los aspectos positivos y negativos que poseemos. Conforme desafiamos nuestra propia falta de estima, tanto por nosotros mismos como por los demás, solidificamos la fe en nuestra Budeidad innata, convirtiéndola así en la base de nuestra vida.
El Sutra del Loto describe a los lideres religiosos que sucumben a la oscuridad fundamental y al abuso de su influencia como "despreciar y menospreciar a toda la humanidad" (The Lotus Sutra, trad. Burton Watson, pág. 193). El sutra alienta a sus practicantes a desafiar la influencia de la autoridad religiosa corrupta declarando la universalidad de la Budeidad, que es la verdadera enseñanza del Buda (LS, 192-95). En verdad, el mensaje de dignidad humana de respetar a las demás personas, en especial a quienes sostienen el Sutra del Loto, es de la máxima importancia. El Sutra concluye con el mandato del Buda: "Si ve a una persona que acepta y sostiene este sutra, debe levantarse y saludarlo desde lejos, mostrándole el mismo respeto que al Buda" (LS, 324). El Daishonin considera este mensaje como "la suprema y principal enseñanza transmitida [del Buda]" (Gosho Zenshu, pág. 781).
La tolerancia genuina hacia todos las personas está basada en nuestra más firme intolerancia hacia cualquier forma de irrespeto por la vida. Respetar a algunas personas será poco sincero si ocultamos la oscuridad fundamental que ellas claramente manifiestan. Pero para desafiar a quienes "desprecian y menosprecian a la toda la humanidad" nosotros tenemos que hacer una autorreflexión honesta y valiente porque también poseemos las mismas tendencias, independientemente de que estén latentes. Sólo desafiando nuestra propia oscuridad fundamental así como a quienes abusan de su autoridad, podremos revelar nuestra Budeidad innata.

11. DESPERTAR NUESTRO SENTIDO DE MISION

A menudo no nos detenemos a preguntarnos "¿Qué voy a hacer de mi vida?". Distraídos por la rutina diaria, podemos pensar, "Estoy muy ocupado para pensar en el significado de la vida", mientras en lo más profundo tememos la posibilidad de que nuestra vida pueda no tener propósito alguno. En verdad, nosotros buscamos algo o alguien por quien vivir, pensando que la vida vivida con algún propósito es mejor que vivir por nada.
Una vida significativa es vivida con una misión honesta y libremente escogida. Mientras más noble y profunda sea nuestra misión, más feliz y realizada se hará nuestra vida. El verdadero significado de la vida, sin embargo, no proviene de afuera, ni es algo que se nos da. Nosotros mismos debemos cultivarla. Nuestro propósito en la fe es establecer la felicidad absoluta más allá de esta existencia, por toda la eternidad. Comparada con la eternidad, nuestra existencia actual puede parecer que dura sólo un momento. La fe en la Ley Mística, no obstante, nos permite establecer una base de indestructible felicidad en este mundo, delineando nuestra misión eterna como seres humanos.
Nichiren Daishonin escribió al sacerdote exiliado, Sairenbo, "Si usted comparte el mismo espíritu que Nichiren, debe ser un Bodhisattva de la Tierra" ("El verdadero aspecto de todos los fenómenos", WND, 385). En varios de sus escritos, el Daishonin se identificó con el líder de los Bodisatvas de la Tierra. "Bodisatvas de la Tierra" significa los innumerables bodisatvas que aparecieron en el capítulo "Irrumpir de la Tierra" del Sutra del Loto. Shakyamuni les confió la misión de propagar la Ley después de su muerte. Los Bodisatvas de la Tierra no son dioses que descienden del cielo. Su irrupción significa que son personas comunes firmemente basadas en las realidades de la vida. El sutra los describe como que poseen capacidades espléndidas, gran sabiduría y la voluntad para soportar toda suerte de dificultades en bien de la verificación de la Ley Mística. Aquellos de nosotros que propagamos sinceramente la Ley Mística y mostramos victoriosas pruebas de nuestra fe son considerados como Bodisatvas de la Tierra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el primer presidente Makiguchi y el segundo presidente Toda soportaron la opresión del gobierno militar. Ellos fueron sucesores del indomable espíritu de Nichiren Daishonin, quien, como un león rey, no capituló ante ninguna persecución. Aunque Makiguchi murió en prisión, su discípulo Josei Toda despertó a su misión. EI comprendió lo que significaba vivir como un Bodisatva de la Tierra, practicando con "el mismo espíritu que Nichiren". En los inicios, la sociedad japonesa criticaba a la Soka Gakkai como una "asamblea de pobres y enfermos". Sin embargo, Toda alentaba a la membresía diciéndole que eran Bodisatvas de Tierra exactamente como estaba predicho en el Sutra del Loto. EI tenia la convicción de que los miembros de la Soka Gakkai no eran sólo enviados del Buda, sino también discípulos directos de Nichiren Daishonin. Cuando mantenemos "el mismo espíritu que Nichiren" para trabajar por la paz y la felicidad de todas las personas, nuestra vida se imbuye de una penetrante riqueza. No tenemos por que temer. Con un profundo sentido de misión como Bodisatvas de la Tierra, podemos ampliar infinitamente nuestra vida, y por consiguiente, crear ondas de paz.
Una noble misión le imparte un sublime significado a nuestra vida. Todos tenemos diversos roles que desempeñar, sea en nuestra familia o en la sociedad en general. Pero cuando despertamos a nuestra identidad esencial como Bodisatvas de la Tierra, le damos un profundo significado a nuestras capacidades individuales. Creamos valores positivos de los eventos desafortunados y las dificultades con un sentido de misión que nos posibilita conducir vidas esperanzadas y valientes.


12. APRENDIENDO DEL MAESTRO

En su tratado, "Conversación entre un sabio y un hombre no iluminado", Nichiren Daishonin dice, "Tanto el maestro que expone los principios del Sutra del Loto como el discípulo que recibe sus enseñanzas, se convertirán en corto tiempo en budas a través del poder del Sutra del Loto" (WND, 133).
El establecimiento de la relación de maestro y discípulo no debe ser formal o esotérico. Mas bien, debe propor-cionar un camino para que los discípulos aprendan cómo practicar el Budismo del ejemplo de un maestro. Esa relación no debe ser jerárquica, ni un medio para controlar, ni una lealtad u obligación construida mediante una obediencia coercitiva.
En el Budismo del Daishonin, maestro y discípulo están en una posición de absoluta igualdad, compartiendo el mismo objetivo de diseminar la verdad de la práctica budista. El maestro valora el potencial del discípulo, mientras que el discípulo, inspirado por el ejemplo del maestro, gana convicción en su Budeidad innata. Por esta razón, el éxito de esa relación se desarrolla principalmente a través de la propia conciencia del discípulo.
Para nosotros, los maestros demuestran la grandiosidad del Budismo mediante sus propias acciones, dedicadas a propagar el Budismo en bien de todas las personas. Los discípulos luchan por aprender las enseñanzas esenciales del Budismo de sus maestros mientras se esfuerzan por la meta común de la paz y la felicidad. Mediante sus dedicados esfuerzos, los discípulos viven realmente el Budismo, y no simplemente lo estudian como un concepto intelectual. Una genuina relación entre maestro y discípulo, en consecuencia, anima la práctica budista. En su ausencia, el Budismo pierde su base en la realidad y se deteriora en la formalidad.
El camino del mentor y el discípulo es esencial para nuestra práctica budista pero no tiene nada que ver con el estatus en la sociedad o la posición en la comunidad budista. La conexión entre maestro y discípulo no esta determinada por la proximidad física ni por el estatus. Antes bien, el juramento de un discípulo de propagar la Ley y contribuir con la felicidad de los demás define la relación del discípulo con el mentor. Aunque ambos son únicos en su carácter, los discípulos se identifican con el maestro a través de la dedicación a los mismos ideales humanísticos del Budismo.
Debido a que los tres presidentes fundadores -Makiguchi, Toda e Ikeda- estuvieron plenamente conscientes de la importancia de la relación maestro y discípulo, ellos propagaron el Budismo a una escala sin precedentes, posibilitando así que muchas personas conduzcan vidas realizadas. De sus ejemplos, podemos aprender el espíritu y la práctica esenciales del Budismo de Nichiren y, compartiendo su compromiso con la paz y la felicidad de la humanidad, desarrollar nuestro propio potencial supremo de la Budeidad.